5 de setembre
Fa mandra i tot posar-s’hi, i més amb la calor d’aquesta setmana. Avui, a l’Avui, l’escriptora Isabel-Clara Simó diu entre d’altres coses que el director de El Mundo a les Balears, Eduardo Inda, “mostra la seva indignació en sentir uns escolars parlar en mallorquí”. Busco per internet l’esmentat article del passat 3 de setembre a veure què diu realment. I veig que en tot cas la indignació d’Eduardo Inda és deguda a que en dirigir-se a uns nens en castellà els nens no l’entenen.
No és la primera vegada que aquesta senyora deforma tant la realitat que es pot dir sense ser massa atrevit que menteix. I no crec que sigui l'última. A més la tia catxonda sí que afegeix una frase de l’article entre cometes. És a dir, cito textualment quan em va bé i quan no, poso el que em dóna la gana i així anem fent.
És una mostra d’una perversitat molt estesa a Catalunya, una mena d’impunitat per a deformar els fets o la veritat en favor de la causa. I de vegades no tens temps o ganes d’estar comprovant tot el que se’t posa davant dels ulls i amb exemples com aquest suposo que es tendeix a crear un subconscient col·lectiu (Jung) favorable a la pàtria i contrari als seus enemics.
L’Arcadi Espada citava un paràgraf de Hanna Arendt a un article publicat a Letras Libres fa gairebé 3 anys
“Sin embargo, el aspecto probablemente más destacado, y también más terrible, de la huida de los alemanes ante la realidad sea la actitud de tratar los hechos como si fueran meras opiniones. Por ejemplo, a la pregunta de quién comenzó la guerra se da una sorprendente variedad de respuestas. En el sur de Alemania una mujer —por lo demás de inteligencia media— me contó que la guerra la habían empezado los rusos con un ataque relámpago a Danzig (este es sólo el más notable de los múltiples ejemplos). Pero la conversión de los hechos en opiniones no se limita únicamente a la cuestión de la guerra; se da en todos los ámbitos con el pretexto de que todo el mundo tiene derecho a tener su propia opinión, una especie de gentlemen's agreement [pacto entre caballeros] según el cual todo el mundo tiene derecho a la ignorancia (tras lo que se oculta el supuesto implícito de que en realidad las opiniones no son ahora la cuestión). De hecho, este es un problema serio, no sólo porque de él se derive que las discusiones sean a menudo tan desesperanzadas (normalmente uno no va por ahí arrastrando siempre obras de consulta) sino, sobre todo, por que el alemán corriente cree con toda seriedad que esta competición general, este relativismo nihilista frente a los hechos, es la esencia de la democracia. De hecho se trata, naturalmente, de una herencia del régimen nazi.”
No és la primera vegada que aquesta senyora deforma tant la realitat que es pot dir sense ser massa atrevit que menteix. I no crec que sigui l'última. A més la tia catxonda sí que afegeix una frase de l’article entre cometes. És a dir, cito textualment quan em va bé i quan no, poso el que em dóna la gana i així anem fent.
És una mostra d’una perversitat molt estesa a Catalunya, una mena d’impunitat per a deformar els fets o la veritat en favor de la causa. I de vegades no tens temps o ganes d’estar comprovant tot el que se’t posa davant dels ulls i amb exemples com aquest suposo que es tendeix a crear un subconscient col·lectiu (Jung) favorable a la pàtria i contrari als seus enemics.
L’Arcadi Espada citava un paràgraf de Hanna Arendt a un article publicat a Letras Libres fa gairebé 3 anys
“Sin embargo, el aspecto probablemente más destacado, y también más terrible, de la huida de los alemanes ante la realidad sea la actitud de tratar los hechos como si fueran meras opiniones. Por ejemplo, a la pregunta de quién comenzó la guerra se da una sorprendente variedad de respuestas. En el sur de Alemania una mujer —por lo demás de inteligencia media— me contó que la guerra la habían empezado los rusos con un ataque relámpago a Danzig (este es sólo el más notable de los múltiples ejemplos). Pero la conversión de los hechos en opiniones no se limita únicamente a la cuestión de la guerra; se da en todos los ámbitos con el pretexto de que todo el mundo tiene derecho a tener su propia opinión, una especie de gentlemen's agreement [pacto entre caballeros] según el cual todo el mundo tiene derecho a la ignorancia (tras lo que se oculta el supuesto implícito de que en realidad las opiniones no son ahora la cuestión). De hecho, este es un problema serio, no sólo porque de él se derive que las discusiones sean a menudo tan desesperanzadas (normalmente uno no va por ahí arrastrando siempre obras de consulta) sino, sobre todo, por que el alemán corriente cree con toda seriedad que esta competición general, este relativismo nihilista frente a los hechos, es la esencia de la democracia. De hecho se trata, naturalmente, de una herencia del régimen nazi.”
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