jueves, julio 05, 2007

5 de julio

Se me ocurrió hace menos de dos meses pero pienso que llevo un tiempo viviendo dentro de la Nouvelle Vague. Como teniendo a Godard en el cogote o a Rohmer encuadrando mis conversaciones. Y más viviendo en el apartamento en el que vivo, con cañerías, fontanería, grifería, parquet y alicatado antiguo, todo antiguo. Tanto, a ojo, como el esplendor de la Nouvelle Vague.

A veces, y no es una tendencia que me guste demasiado, te empujan a la misantropía. Dios, que no suene más el teléfono, que las estupideces vuelen lejos, este ascensor apesta a sudor viejo y esos cuchicheos son peores que las voces de un transportista cazallero, pequeñas siseantes, por querer ser remilgadas no sois menos malas.

¡Puah! Mis salivas resecas,
Monicaco pelirrojo,
¡Todavía te infectan las zanjas
Del pecho redondo!
¡Oh mis pequeñas enamoradas,
os odio tanto!
¡Sujetaos con trapos dolorosos
Las feas tetas!
¡Prestadme los viejos tarros
De sentimiento en conserva!
¡Hale, venga, sed mis bailarinas
Por un momento!…
¡Los omoplatos se os desencajan,
Oh amores míos!
¡Con una estrella en los riñones cojos,
¡Dadles la vuelta a vuestras vueltas!
¡Y pensar que por tales brazuelos de cordero
He escrito rimas!
¡Me gustaría romperos las caderas
Por haber amado!
Soso montón de estrellas fallidas,
Id a llenar los rincones
!

(Fragmento de Mis pequeñas enamoradas, de Rimbaud)