viernes, octubre 27, 2006

26 de octubre

Esta mañana ha amanecido el día nublado, con más de veinte grados y húmedo. Y yo me he levantado de mal humor, por así decirlo. Quien haya sufrido alguna vez insomnio lo comprenderá. Me he metido en el coche de la empresa y no he recorrido ni cincuenta metros de una calle estrecha cuando veo en mis narices un coche que ha salido de un párking sin mirar. He frenado pero nos hemos dado. En el coche iba una mujer que ha puesto una cara horrible, como si acabara de atropellar a alguien, y luego se ha llevado las manos a la cara. Como cuando un futbolista al que van a sacar tarjeta por una entrada fea hace como que se ha hecho daño y no se levanta del suelo, me ha parecido un poco teatral, la reacción, pero al salir del coche sí la he visto sinceramente nerviosa, pero muy educada. Además ha salido con el perdón en la boca.

Yo tenía un faro un poco roto y algo movido el parachoques. Ella lo mismo, pero más roto el faro y más movido el parachoques. Mientras hablábamos un momento han salido dos niños de su coche a curiosear. Ella ha pegado un bufido tremendo:

- Pugeu al cotxe!

Era una de esas madres treintañeras, benditas sean, monas y arregladas de las que hay en el que ahora es mi barrio.

Nos hemos dado los teléfonos y hemos salido pitando cada uno a donde tuviera que ir. Me ha llamado al mediodía pero estaba yo liado con algo y no he podido responder. La he llamado yo hace un rato y ha estado muy simpática. Estaba dando la cena a los niños, se les oía. Nos hemos dado los datos del seguro. Si no es suficiente ya volveremos a hablar.