domingo, julio 15, 2007

14 de julio

Son las cuatro y acabo de llegar. He estado en la casa que comparte mi amigo Jaume en Valldoreix-Sant Cugat. Noche fresca para ser mitad de julio en Barcelona. En la carretera. Jaume se va el lunes y si no le veía hoy no le veía hasta septiembre. Había unas 15 o 20 personas allí. Volviendo por esa carretera de pinos negros y curvas negras he puesto el Time out of mind, que Jaume había tenido en los últimos meses, el oscuro y magnífico LP que sacó Dylan en el 97. Los riffs de Love Sick y Dylan que canta más lúgubre que nunca que camina por calles muertas contigo en la cabeza. Las curvas son muy cerradas y yo tengo los ojos secos. No queda agua para limpiar el cristal delantero y no es que vea muy bien. Voy despacio.

Cuando llego a la plaza Borrás suena Standing in the doorway. Hasta la plaza Borrás fui corriendo cierto día hace unos meses, tenía que ver con lo que dije (hace unos meses) de tocar el infierno con los dedos o algo así. Cuando se está así salir a sudar un rato y huir puede servir. Sudé y hacía frío. Yendo ahora de la plaza Borrás a mi casa siento la melancolía con la suficiente intensidad, o sea dolor, para que me acaricie. Si no hay algo de dolor no hay caricia, sería sólo recuerdo. Pero el dolor llega de forma suficientemente amable para ser una caricia.

Isa 31. Cuando he pensado en llamar era hora de comer y lo he dejado. Ya no me he acordado más.

The light in this place is so bad
Making me sick in the head
All the laughter is just making me sad
The stars have turned cherry red
(…)
Last night I danced with a stranger
But she just reminded me you were the one
You left me standing in the doorway crying
In the dark land of the sun