miércoles, septiembre 29, 2010

21 de septiembre

El sol ya se había hundido tras el horizonte pero aun había luz. Iba a por el coche pero la tarde era tan hermosa y se veía la luna desde las mesas exteriores del hotel así que he pedido un vino y me he sentado en una de las mesas. En la de al lado, dos guiris maduros cenaban tranquilamente y la mujer morena de pelo corto hablaba con ellos y les encendía la vela de la mesa. En la mesa que me quedaba detrás, un grupo de guiris mareaba un poco al camarero preguntando por platos típicos y discotecas. He entrado a pagar. Llevaba la camisa morada que me compré en granada que había pasado los dos días en el Puerto de Santa María en el armario por lo muy arrugada que estaba. Le quedó el olor al armario de allí, agradable, de vela o cera perfumada. Estando duchado y perfumado olía medio a cirio, medio a perfume. Como el camarero estaba liado con los guiris la señora se ha levantado de una de las mesas donde estaba charlando y me ha cobrado. Esta mañana no la había visto y le he dicho que pensaba que hoy descansaba. Ha hecho un gesto simpático con la mano como diciendo “mejor no preguntes”.

El día ha sido bonito. Ha empezado fresco pero ya soleado. He pasado unas cuantas horas desnudo en la última playa de los Caños de Meca. Algunos coños al sol. Ninguno depilado del todo, recortados, arreglados, silvestres. Todos bellos. También rastas y torsos fibrados y morenos y sus orgullosos miembros, también morenos.Tenía ganas de bañarme desnudo. Lo de estar en la playa en pelotas o no, me da un poco lo mismo, pero hay veces en que me apetece especialmente nadar desnudo.

Entre rato y rato de playa he comido en un sitio acogedor y de espíritu y música flamenco chill out. Muy simpática la rubia. He tenido la tentación de pensar aforismos cuando me ha puesto el café. Lo ha dejado sonriente, alargando el brazo y un poquito de teatralidad y naturalidad. He pensado si la manida belleza andaluza consiste en esas maneras como de artista de copla, pero sin folclore, sin afectación o estridencia.
Como algo en Tarifa por la noche y paseo y me siento un poco. En una calle done ayer me ofrecían hachís una morena de ojos claros, esbelta y de belleza ajada me miraba. Extraño en mí, me acobardo con facilidad, la he mirado sostenidamente yo también. Ella ha sonreído, algo borracha o fumada, y ha exclamado “amigo!·. Me ha sabido mal darme cuenta tarde, era una camarera que ayer por la tarde me puso una cerveza en una terraza. Me tomo un gintónic, paseo y pronto vuelvo al hotel.