domingo, septiembre 16, 2007

15 de septiembre

Qué gracia la chica mona que tenía detrás, a última hora de ayer en la cola del súper, llevando una litrona, una pizza Tarradellas y una ensalada preparada.

Alguien debió de hurgarse las narices hasta la sangre o se reventó un grano y secó la sangre de su dedo paseándolo por las paredes del ascensor, incluyendo la placa de pulsadores.

Me entero por el suplemento de ABC que se va a publicar algo inédito de Carson McCullers. Creo que fue hace nueve años cuando leí “El corazón es un cazador solitario”. Poco después, “Reflejos en un ojo dorado” y un par de años después “La balada del café triste”, junto con otros cuentos en el mismo volumen. Y ya, porque no hubo forma de encontrar “Frankie y la boda” y “Reloj sin manecilla”. Y así hasta hoy. Como con Salinger, sucede que todo lo que hay editado se puede leer en un pronto, como un fogonazo y recordarlo toda la vida. “El corazón es un cazador solitario” lo escribió jovencísima, casi tanto como yo cuando lo leí. Me maravilló, me pareció de una belleza difícil de soportar. El sordomudo, el médico negro marxista tuberculoso, el izquierdista que va vagando por ahí, los niños, el tipo del bar. Hasta se t emete el algodón en la garganta y ves a los negros sin hacer nada mirándote.

Y la enfermedad terrible de la escritora, su matrimonio destructivo con suicidio, sus ambigüedades, esa fealdad fotogénica, esos brazos por encima de la cabeza con un cigarrillo. Pobre.

A Ingrid le regalé “El corazón es un cazador solitario” y al principio lo llevaba en el bolso y cuando nos cruzábamos lo sacaba un poco y me decía “I love it, I love it” pero luego me dijo que no le gustaba y que se aburría. Ingrid.

Y sin quererlo ya casi era de noche en la playa y yo con las piernas cruzadas y los periódicos del sábado. El horizonte y las siluetas del Tibidabo y la ciudad limpios. El sol escarlata y el atardecer coquetón. Hay luna casi nueva. En el mar hay algunos reflejos escarlatas en la superficie ya que el sol lo colorea tangente. El mar se ha comido parte de la playa últimamente alterando el perfil artificial de la playa, de forma que hay una acumulación que hace que las olas rompan bastante lejos de la orilla.

Y ese Soundtrack con sus mentiras de un borracho bajo cielos escarlatas, perdóname.

Once under a scarlet sky I told you never ending lies,
But they were the words of a drunken vagabond
Who knew very well he would break your heart before long
Oh forgive me Genevieve.