domingo, junio 01, 2008

1 de junio

Se me aparece en sueños del fin de semana el rinoceronte de piel fina, tan fina que un roce de alfiler romo le desboca, si es que lo rinocerontes se desbocan, que no lo sé, pero temo ese cuerno descontrolado que hiere por torpe más que por malo.

Harto y cansado y no puedo pisar hierba húmeda, sólo resbalarme en la calle. Sólo me apetecen estos días cosas simples y agradables, pisar hierba descalzo, cerveza fría, conversación tranquila, la luna despejada, películas de John Ford, que haya veinte grados cuando anochezca.

Todo con mariposas en la barba, con las que sigo. (Lorca, más abajo)

Algo de Whitman

1)

Me entrego, a mí mismo, al barro,
para brotar en la hierba que amo.


2)

Retoza conmigo sobre la hierba, quita
el freno de tu garganta,
no quiero palabras, ni música,
ni rimas, no quiero costumbres
ni discursos, ni aún los mejores,
sólo quiero la calma, el arrullo de tu
velada voz.




De la Oda a Walt Whitman de Lorca

Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman,
he dejado de ver tu barba llena de mariposas,
ni tus hombros de pana gastados por la luna,
ni tus muslos de Apolo virginal,
ni tu voz como una columna de ceniza;
anciano hermoso como la niebla
que gemías igual que un pájaro
con el sexo atravesado por una aguja,
enemigo del sátiro,
enemigo de la vid
y amante de los cuerpos bajo la burda tela.
Ni un solo momento, hermosura viril
que en montes de carbón, anuncios y ferrocarriles,
soñabas ser un río y dormir como un río
con aquel camarada que pondría en tu pecho
un pequeño dolor de ignorante leopardo.





También serviría algo de Dylan:

Construirme una cabaña en Utah
Conseguir una esposa, atrapar una trucha arcoiris
Rodeado de niños que me llamen “Papa”
Eso debe ser de lo que se trata