sábado, febrero 28, 2009

27 de febrero

Vuelvo del gimnasio con las endorfinas haciendo efecto. Con un manojo de recetas que me pide mi madre. Llevo dos días sin el inhibidor de serotonina. La farmacia del Paseo de San Gervasio no cierra nunca. Una farmacéutica que moquea me dice que no le queda, que si quiero el genérico. Le digo que sí. No sé si mi nerviosismo del día se debe a la falta de medicación. La farmacéutica lleva una falda bonita estampada que se ve a pesar de la bata, botas y medias de colores. Mientras busca el medicamento, que finalmente no encuentra, pienso en si dentro de un rato va a ir a tomar algo.

Hacía mucho que no bebía Jack Daniel’s. He cogido la botella al ir a comprar las bombillas en los amabilísimos pakistaníes. Me merezco ese sorbo tras cuatro ratos de gimnasio en una semana. Volviendo a casa con la botella y las bombillas pienso en si más allá de las canciones o películas, procede presentarse en casa de alguien con una botella de Jack’s para charlar all night long.