domingo, diciembre 14, 2008

13 de diciembre. 2-0

Llego del campo y me meto bajo la ducha y luego me tomo un colacao y un carajillo, casi seguidos. No ha parado de llover en todo el partido.

Y qué partido tan bonito de ver. El Madrid impecable y castizo en su planteamiento. Susceptible de regalarle una ristra de merecidos adjetivos decimonónicos. Enormes sus putas viejas (aunque a los del Barça nos dan mucha rabia) en sus ocasos, Raúl, Guti, Michel Salgado, viejos y épicos como los tipos crepusculares de Sam Peckinpah. Emotivo verles con esa actitud. Y el vigor de Gago o Sergio Ramos, que no ha desbarrado en ningún momento, este último, y el otro que toca bien y rápido y no ha dejado a Xavi. Todos ellos sin dejarse abrumar por este Barça poderoso.

Y emotivo y meritorio también el Barça. Imperfecto, ambicioso y triangulando lo que podía, que no era mucho y con poca profundidad. Es vibrante un partido con los equipos en pocos metros (sobretodo en la primera parte), sin despistes, y en caso de haberlos con paradas de los dos porteros. En los del Barça el instinto, incluso de los que podrían ser más veletas, para ir a por el balón cuando no lo tienen. Y la belleza que al menos a mí me aparece en partidos así. Cómo Puyol vuela en el primer gol, como Márquez con sus bellos ojos y facciones, siempre erguido se anticipa y da pases largos. El espectacular físico de Alves en ese cuerpo menudo y esa mirada clara, como la de los gitanos guapos. O cómo difractan los focos de tribuna en las gotas que colgaban del borde de la visera de mi gorro con visera, tan útil y bonito.

Lo bueno, además, de haber ganado el partido tan al final, que permite saber más cosas.