jueves, octubre 23, 2008

23 de octubre

Carmen y Nelson tienen bar pequeñísimo y sobretodo estrechísimo frente a la oficina. Suelo comer allí a menudo, en la barra. Nelson saltea los garbanzos en un sofrito con tomate, cebolla, tocino y algunas hierbas. Últimamente me pone un huevo frito encima. Me gustó comerme ayer ese plato, con tanto color en un día tan gris. La yema del huevo casi brillaba en la luz que entraba de la calle.

Hoy, como cada día, saludaba a Rizos Ingrávidos, con mi brazo por sus hombros, ella sentada y yo de pie. Algo le ha olido bien y ha pegado su nariz a mi camisa diciendo que olía bien, a limpio y suavizante.