miércoles, agosto 13, 2008

12 de Vaho, Dixie, etc

El aire, mas bien el medio, recalentado que uno atravesaba bajando por las Ramblas recién caída la noche irritaba hasta lo personal, algo realmente idiota. Las Ramblas, un curso natural del viento como un vaho desagradable de respirar. Me había comprado algo interesante, veintitantos de las primeras canciones de Elvis (el bueno, pre Army Elvis, como dice McCartney) y su versión primera, o sea, Cudrup, Big Mama Thornton, Bill Monroe, Hank Williams y todo eso. Me ha hecho ilusión tenerlo, aunque gran parte de ellas ya las tenía, llevo años rastreando el blues, el folk , el country y el blues grass de los 20’s, 30,s, 40’s del XX.

Iba a tomarme mi gintónic por dos euros y medio en el bar rojo y no había más que turistas horribles. Está de moda echar pestes sobre los turistas, pero yo me apeo de ella, no siempre son horribles, pero los de hace un rato lo eran. Tenía calor y no me he acabado el gintónic. Al subir por las Ramlas soplaba el viento y he pensado que tal vez se pudiera dormir esta noche. Toda la semana pasada me despertaba sudado, la sábana arrugada en cualquier lado, desnudo y con formidables erecciones (alguien me dijo que escribiera las cosas tal cual salían, aunque ella, trozo de pan bendito, tiene otro blog que puede leer su madre, según me dijo).

Faulkner y la vieja Dixie estos días. En “Murieron con las botas puestas”, bastante al principio, hay algo que casi me emociona. Mi percepción marcial viene del Western, de los confederados y cosas así, y a pesar de saber lo de las banderas y la sangre y la mierda, hay que saber distinguir. Yo, en el cine, en las novelas, en las canciones, voy con los confederados, con las Bette Davies y sus tirabuzones, con los tipos con la barba pegada a la cosecha, con Robert E. Lee y Jeb Stuart, con el delta del Mississippi y sus blues y valses country. En la película, al preverse la rebelión de los estados del sur un representante del gobierno acude a West Point y les comunica a los militares el juramento que habrán de cumplir. El militar al mando de la academia se dirige a los oficiales y cadetes y dice que si alguien no quiere cumplir el juramento se haga a un lado. Un capitán, a caballo, les grita a los caballeros del sur que se retiren. Parte de la tropa se retira de los escuadrones y se agrupa en otro sitio. El representante del gobierno, molesto, le dice al director de la academia que ya se temía que incluso West Point era un nido de traidores o algo así. El militar le responde que cada soldado tiene su percepción del honor y por lo que debe luchar, se despide de los del Sur lamentando que la política se interponga entre camaradas. El capitán, sudista, pide permiso para marchar y el director se lo da. Luego el director se dirige a la banda y les dice. “Play Dixie”, los sudistas marchan al sonido de metal y tambores de Dixie. Grande, Raoul Walsh.

Pienso, y no como pose, que el cine negro y los westerns de Raoul Walsh, los westerns de John Ford y su cine bélico o cualquier cosa que hiciera, las comedias, westerns, cine negro de Howard Hawks, Fritz Lang y cosas por el estilo no se han superado ni igualado. Acaso Sam Peckinpah y sus películas de los 60, 70, tal vez.

Cuando miro dvd’s siempre busco “Juntos hasta la muerte”/”Colorado Territory” de Raoul Walsh y no la encuentro. “Colorado” en la película es el nombre de una chica. Cuando Joel McCrea llega a un Saloon abandonado, sentada en las escaleras del porche hay una rubia con la cabeza hacia abajo peinándose. Al oír a. Joel McCrea la rubia levanta la cabeza y se retira el pelo de la cara, es la increíble Virigina Mayo. Tenía algo salvaje el pelo de Virgina Mayo en esa peli, una mujer de mala reputación, dura y a la vez increíblemente guapa.

Al llegar a casa, al poner a Percy Sledge, el bajo hace vibrar los cristales de las puertas y ventanas viejas del piso. Pasa a menudo con el bajo, al poner música, si las ventanas y puertas del balcón están abiertas.