miércoles, julio 30, 2008

30 de julio. La balada de Jacques Doriot

Me gusta cuando los americanos ponen la palabra "balada" a títulos de canciones, películas o libros.

Ballad in plain D, Ballad of a thin man, de Dylan. La balada del café triste de Carson McCullers, la Balada de Cable Hogue de Sam Peckinpah, Ballad of a teenage queen que cantaba Johnny Cash que también canto Ballad of Ira Hays (el marine indio que estuvo cuando clavaron la bandera de Iwo Jima, escrita y cantada por Peter LaFarge), los discos de Woody Guthrie en los años 40; Ballads of Sacco&Vanzetti y Dust Bowl Ballads.

Supe la historia de Doriot cuando en 2001 leí el ensayo “Desde la incertidumbre”. Había varias páginas dedicadas a ello en la parte del libro sobre los socialismos, nacionalismos, fascismos. Parte Albiac de la hipótesis según la cual

“El fascismo no es una anomalía del modelo de poder burgués: es una deriva interna de su paradigma formal: una variación extrema del socialismo. No se ubica en uno de los polos de la metáfora topográfica derecha/izquierda. Es transversal a ellos.”.

A partir de la hipótesis desarrolla esta parte del libro y como digo el caso de Doriot. No entro aquí en si el caso de Doriot es ilustrativo de tal cosa, en cualquier caso la historia es tremenda. Tampoco creo que fuera intención de Albiac probar la hipótesis.

Doriot era en los años 30 “número dos” del Partido Comunista en Francia. En contraste con el secretario general Thourez, hombre de aparato, Doriot, según Albiac, tenía gran influencia en el sector proletario de los suburbios, alcalde se Saint Denis, carismático y partidario de políticas de acción. Preocupado ante el estallido nazi de Alemania en el 33 y el crecimiento del fascismo en Francia y toda Europa, Doriot fue partidario de una política de unidad de la izquierda frente a la amenaza fascista. En aquellos tiempos la doctrina desde Moscú era otra, tan enemigo de la clase obrera era el fascismo como la democracia burguesa, o incluso la misma cosa. Prevalecía la lucha de clases antes que frenar el fascismo. Por este motivo se enfrentó, parece que hasta exasperarse, a Thorez. Según Albiac a la vez que Doriot proponía el "frente popular" contra el fascismo, en el Kremlin cambiaba la doctrina. Derrotado dentro de su partido dimite como alcalde y escribe a Moscú reclamando la unidad de los partidos de izquierda. Sostiene Albiac que lo que condena irremediablemente a Doriot es haberse anticipado al cambio de política del Kremlin. Le citan en Moscú pero no va. Thorez le expulsa del partido y Doriot parece enloquecer. Funda el Partido Popular Francés, de orientación fascista y colaboracionista durante la ocupación Nazi. Asesinado en el 45, según la Wikipedia, sin estar claro si por parte de los aliados o de la Gestapo.


Persiste una tremenda confusión, al menos en España, con respecto al fascismo. El hecho de que Franco dotara de “idealismo” a su régimen usando sin pudor a José Antonio y el pensamiento cómodo ayudan. El fascismo surgió como reacción al marxismo, vale, pero era revolucionario, anticapitalista y antiliberal. Hace dos años leí bastantes artículos y discursos de José Antonio Primo de Rivera. No logro dar con el que encaja mejor con lo que digo, pero otros también sirven. Si no recuerdo mal, en uno decía José Antonio que lo que les separaba (a los fascistas de los socialistas, marxistas o comunistas) era la visión materialista, la lucha de clases y, como decía el PSUC antes e Iniciativa ahora, la cuestión nacional. Hitler y Mussolini dijeron cosas parecidas alguna vez. Hitler casi presumía, según un libro de no se quién de conversaciones con Hitler (pido disculpas por la falta de rigor) de ser una versión mejorada del marxismo. Su socialismo no tenía la lucha de clases como objeto, o no sólo las condiciones de vida de los obreros, sino que tenía como objeta el estado y la raza.

José Antonio Primo de Rivera en 1934.

“Y por si nos faltara algo, ese siglo que nos legó el liberalismo, y con él los partidos del Parlamento, nos dejó también esta herencia de la lucha de clases. Porque el liberalismo económico dijo que todos los hombres estaban en condiciones de trabajar como quisieran: se había terminado la esclavitud; ya, a los obreros no se los manejaba a palos; pero como los obreros no tenían para comer sino lo que se les diera, como los obreros estaban desasistidos, inermes frente al poder del capitalismo, era el capitalismo el que señalaba las condiciones, y los obreros tenían que aceptar estas condiciones o resignarse a morir de hambre. Así se vio cómo el liberalismo, mientras escribía maravillosas declaraciones de derechos en un papel que apenas leía nadie, entre otras causas porque al pueblo ni siquiera se le enseñaba a leer; mientras el liberalismo escribía esas declaraciones, nos hizo asistir al espectáculo más inhumano que se haya presenciado nunca: en las mejores ciudades de Europa, en las capitales de Estados con instituciones liberales más finas, se hacinaban seres humanos, hermanos nuestros, en casas informes, negras, rojas, horripilantes, aprisionados entre la miseria y la tuberculosis y la anemia de los niños hambrientos, y recibiendo de cuando en cuando el sarcasmo de que se les dijera como eran libres y, además, soberanos.
[…]


Claro está que los obreros tuvieron que revolverse un día contra esa burla, y tuvo que estallar la lucha de clases. La lucha de clases tuvo un móvil justo, y el socialismo tuvo, al principio, una razón justa, y nosotros no tenemos para qué negar esto. Lo que pasa es que el socialismo, en vez de seguir su primera ruta de aspiración a la justicia social entre los hombres, se ha convertido en una pura doctrina de escalofriante frialdad y no piensa, ni poco ni mucho, en la liberación de los obreros.

[…]

El socialismo dejó de ser un movimiento de redención de los hombres y pasó a ser, como os digo, una doctrina implacable, y el socialismo, en vez de querer restablecer una justicia, quiso llegar en la injusticia, como represalia, a donde había llegado la injusticia burguesa en su organización. Pero, además, estableció que la lucha de clases no cesaría nunca, y, además, afirmó que la Historia ha de interpretarse materialistamente; es decir, que para explicar la Historia no cuentan sino los fenómenos económicos. Así, cuando el marxismo culmina en una organización como la rusa, se les dice a los niños, desde las escuelas, que la Religión es un opio del pueblo; que la Patria es una palabra inventada para oprimir, y que hasta el pudor y el amor de los padres a los hijos son prejuicios burgueses que hay que desterrar a todo trance.”

http://www.rumbos.net/ocja/jaoc0040.html