sábado, diciembre 13, 2008

12 de diciembre

1)

La semana pasada en el vestíbulo circular de la estación de metro y demás de la plaza Cataluña. Hacía frío y no era tarde pero un hombre y una mujer ya se habían acostado bajo sus mantas y sobre sus cartones. Entre y bajo las mantas y cartones parecía que se decían cosas bonitas en voz baja, no estaban dormidos. Al otro lado del pasillo estaba un hombre también tapado con la prótesis de la pierna a su lado.

Tres o cuatro días después de pensar eso Arcadi Espada, en su carta a J. de cada sábado escribía:

“Por si el tormento analógico fuera poco he tenido que salir de casa estas últimas semanas. Y lo que es peor, adentrarme en el repugnante centro de Barcelona. Puedo decirte que las cosas han vuelto también a los ochenta. La crisis. Sólo falta que vuelvan a abrir el Drugstore del fondo de las Ramblas y ya estará formalizada la sede social de los asesinos. Por de pronto el aspecto que ofrece a cualquier hora el vestíbulo circular del metro, en la plaza de Cataluña, es un alucinante y continuo festejo del Buñuel que amaba a los tullidos y de aquella Barcelona donde tanto se reían sus burgueses haciendo explotar los granos de pus. Hombres y mujeres viven y duermen allí sobre mantas y cartones, despojados de todo, incluyendo sus prótesis con calcetines, y aireando sus muñones al sol como si fuera lunes. Hacia el crepúsculo suelen bajar al vestíbulo un grupo de viejecitos que cantan boleros y otras canciones tristes; y lo que es mucho peor, a bailarlas: me perdonarás mis caprichos, pero no soporto ver bailar a los viejos.”


2)


Estos días leyendo despacio, y pocas, páginas de Faulkner. Pensando en lo que se activa o muere en el cerebro cuando leemos. Incapaz de decirlo sin caer en cursilerías y lugares comunes. Pero me acuerdo de lo de Pessoa.


"..Quien lee deja de vivir.
Haced ahora por hacerlo.
Dejad de vivir, y leed.
¿Que es la vida?.."


Le volví a insistir a un compañero en que porbara otra vez con Faulkner. Me dijo una vez que lo intentó con ¡Absalón, Absalón! y que le gustaba pero que daba ganas de suicidarse. Y me vuelve a decir lo que mola John Dos Passos.


3)

Con los años veo adjetivos por todas partes, casi hasta el desasosiego, me inquietan, los veo con relieve en lo impreso o en la pantalla, se me acercan y me turban. Más cuando los escribo yo, claro.

Se dice que Valle Inclán, cuando necesitó una transfusión y al ofrecésela Echegaray dijo que no la quería, esa, que estaba llena de gerundios.


4)

Como casi no queda whisky voy llenando el vaso con hielos y agua y ya no sabe a nada. Sabe más a cloro que a alcohol. Estaba con el vaso bajo el grifo de la cocina cuando escuchaba el tango que cantó Lydia Mendoza-en el año 34, cuando ella tenía 18.

Era yo una chiquilla todavia
cuando tu casualmente me encontraste
y merced a tus artes de mundano
de mi honra el perfume te llevaste.

Luego hiciste conmigo lo que todos
los que son como tu, con las mujeres,
por lo tanto no te extrañe que yo, ahora,
en la cara te diga lo que eres.

Mal hombre
tan ruin es tu alma que no tiene nombre,
eres un canalla, eres un malvado,
eres un mal hombre.


Y también cantaba cosas como:

Adiós, muchachos, compañeros de mi vida,
barra querida de aquellos tiempos.
Me toca a mí hoy emprender la retirada,
debo alejarme de mi buena muchachada.
Adiós, muchachos. Ya me voy y me resigno...
Contra el destino nadie la talla...
Se terminaron para mí todas las farras,
mi cuerpo enfermo no resiste más...