sábado, diciembre 20, 2008

19 de diciembre. Con un poco menos de lirismo también nos hubiésemos arreglado.

Iba todo bien tras la cena de navidad pero el grupo se ha partido en dos. He salido de un sitio de la calle Aribau para ir con el otro grupo pero en la cola se me han quitado las ganas de pasarlo bien y he me he ido. También estaba cansado y me ha apeteciometerme en la cama y dormirme despacio, auque el dramatismo queda a veces cool, para algunos. Andaba hacia casa con cierta melancolía de cabos sueltos, sin asideros, como empujado a la misantropía, pero eso, claro, va a ratos. De negro hasta los zapatos, que son marrones, y oliendo a Dior, como a madera, dice alguien. Aunque alguien a quien aprecio y con menos afición al lirisimo me había dicho horas antes que olía muy muy bien y que iba a triunfar esta noche oliendo así. Otro día le diré que nada de triunfos y que sólo pretendo, ahora, esputar versos beat, si me salieran.

“¡Qué no quiero verla!” pienso y recuerdo. Pero no es la sangre de Sánchez de Mejías, aunque tampoco sé lo qué es.

Josep Pla elogíó algo tan alejado de él como el Mortal y rosa de Umbral, aunque dijo que con un poco menos de lirismo también nos hubiésemos arreglado. Este Pla tan querido, no sé si ese ángulo escéptico fue lo que le formó los ojos rasgados.

Me mordía mucho las uñas yendo a casa y me ponía de mal humor viendo a pijos jóvenes con rastas fumando dentro del vagón. Qué necesidad. Alguien me definió chico encantador de uñas mejorables. Los sintagmas son suyos, pero la conjunción es mía. No lo dijo de una vez. Pienso demasiado rápido, tal vez porque esta semana he tomado la mitad de clonazepan de la que suelo.

Me dormiré consolado de que los tipos oscuros y los hombres atractivos me comprenden.