10 de marzo. Difícil sin música
Seguro que hay gente que no lo sabe o lo olvida o lee mal, pero acordarse de Bukowski puede hacer que te entren ganas de escuchar a Beethoven o mirar a una paloma vieja y medio dormida a los ojos.
El pobre cedro y el viejo ciprés ya duermen rotos a lo largo de la acera. Lo que queda de tronco arraigada queda inclinado, vencido y un corte no del todo limpio.
El jefe, yo y otros hemos salido pasadas las ocho y media del comité de obras de un Ayuntamiento y he llegado mi piso sin nada en la nevera y nada abierto y con quince grados. Esta mañana me ha dado la neura y he apagado la caldera al salir de casa. Tenía frío para quitarme los zapatos así que sólo me he cambiado la chaqueta y he ido a la pizzería de enfrente, que tres calles tocan.. Estaba a tope. Poco después la gente ya tenía que esperarse para tener mesa. He cogido el número de enero del Letras Libres por leer algo mientras esperaba. He pensado que lo que me sigue gustando más de esta revista son esa especie de ensayos breves que hay al final. Saramago, Crumb, Laporta y sus zarzuelas de por aquí, los gobiernos venezolanos desde el 48 hasta hoy y en ese plan. En el piso de abajo no había el fútbol puesto pero me he enterado del 1-1 por el ruido del piso de arriba y por los camareros que se reían de un chico joven y menudo, sudamericano y canela que iba con su gorrito blanco de manipular pizzas.
El otro día en plena melancolía de domingo y de faltar poco tiempo para cumplir años. Recuerdo un abril/mayo de hace pocos años, en una de esas malas primaveras ansiosas y del bienestar de ir al gimnasio los viernes aun de día. Como si fueran a desparecer o de pensar que deberían, ahora, ya, que esas sensaciones despreocupadas son sólo, o deberían, durante la juventud. Mientras me viene el sueño en la cama dándole vueltas acabo medio concluyendo que son cosas de domingos previos a cumplir años.
“Difícil sin música” es un cuento de Bukowski publicado Matrix vol. 11 no. 1-2, 1948.
El pobre cedro y el viejo ciprés ya duermen rotos a lo largo de la acera. Lo que queda de tronco arraigada queda inclinado, vencido y un corte no del todo limpio.
El jefe, yo y otros hemos salido pasadas las ocho y media del comité de obras de un Ayuntamiento y he llegado mi piso sin nada en la nevera y nada abierto y con quince grados. Esta mañana me ha dado la neura y he apagado la caldera al salir de casa. Tenía frío para quitarme los zapatos así que sólo me he cambiado la chaqueta y he ido a la pizzería de enfrente, que tres calles tocan.. Estaba a tope. Poco después la gente ya tenía que esperarse para tener mesa. He cogido el número de enero del Letras Libres por leer algo mientras esperaba. He pensado que lo que me sigue gustando más de esta revista son esa especie de ensayos breves que hay al final. Saramago, Crumb, Laporta y sus zarzuelas de por aquí, los gobiernos venezolanos desde el 48 hasta hoy y en ese plan. En el piso de abajo no había el fútbol puesto pero me he enterado del 1-1 por el ruido del piso de arriba y por los camareros que se reían de un chico joven y menudo, sudamericano y canela que iba con su gorrito blanco de manipular pizzas.
El otro día en plena melancolía de domingo y de faltar poco tiempo para cumplir años. Recuerdo un abril/mayo de hace pocos años, en una de esas malas primaveras ansiosas y del bienestar de ir al gimnasio los viernes aun de día. Como si fueran a desparecer o de pensar que deberían, ahora, ya, que esas sensaciones despreocupadas son sólo, o deberían, durante la juventud. Mientras me viene el sueño en la cama dándole vueltas acabo medio concluyendo que son cosas de domingos previos a cumplir años.
“Difícil sin música” es un cuento de Bukowski publicado Matrix vol. 11 no. 1-2, 1948.
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