domingo, diciembre 03, 2006

2 de diciembre

Me levanto muy tarde y casi es hora de comer. Chorizo, ajo y mantequilla en la sartén. La mezcla tiene un color bonito, pienso antes de verter los spaghetti. Rompo un huevo y lo mezclo con lo que hay en la sartén. Lo tengo en el fuego casi nada, sólo para que el huevo deje de estar crudo.

Sin que me dé tiempo a pensar si tengo ganas de echarme un rato cojo una revista y salgo hacia el parque Güell. El día es gris y no hace frío. Hay turistas en el parque, pero todo es más pausado que en los meses de sol. Sigue habiendo turistas estupendas, ahora bien peinadas y con jerséis bonitos. Muchas portuguesas e italianas. En el secor anglosajón sigue habiendo ese gusto dudoso de ropa deportiva y colores extemporáneos. Particularmente una chica rubia parece salida del programa de Eva Nasarre. También escucho a un chico joven afectadamente british comentar las “crazy streets” de acceso al parque y sus pendientes del 25 y 30 por ciento.

Sigue sin hacer frío y he estado andado un buen rato y sudo. Además bajando por las calles de Vallcarca empiezo a supurar melancolía. No se oye nada y miro esos chalets de gama baja y esos bloques de pisos, completamente muertos. No hay dos calles con la misma pendiente ni la misma alineación ni perpendicularidad alguna.

Llego a casa muy sudado y melancólico. Subo en el ascensor con una chica que lleva una bolsa de viaje de fin de semana y que se baja en el mismo piso que yo. Llama al timbre de la puerta número dos del rellano, donde vive una rubia a la que le silban muchos las eses.

Pongo el Oro del Rin y friego los platos. Meto ropa en el armario y dejo las camisetas cerca del radiador para que acaben de secarse. Cuando me pongo a planchar algunas camisas ya estoy escuchando la Ser. Me hace mucha gracia la primera hora de los sábados de Carrusel Deportivo. No tengo suficiente ropa oscura para una lavadora y así que lavo a mano el pantalón negro que durante la semana lleno de barro y polvo.

Bajo al centro a comprar el CD ese que se ha inventado George Martín a ver qué tal. Hablo un momento con mi manager. Como un porquería y voy hacia el Méliès. Pat Garrett&Billy the Kid. Mientras la veo pienso que es tan bella y emotiva como The Searchers. Y también deja esa sensación de viaje en círculo, de guillotina que cae.