martes, diciembre 05, 2006

4 de diciembre

A las cinco y media de la tarde he dejado el coche en cierto sitio y al salir he mirado. El mentiroso escarlata un poco esparcido por aquí y allá porque había pocas nubes. La silueta de Montserrat se veía hermosísima. Y la luna, aun de día, ya se veía “lúbrica y pura”.


y enseña, lúbrica y pura
sus senos de duro estaño

(Romance de la luna, luna de García Lorca en el Romancero Gitano)