4 de diciembre
A las cinco y media de la tarde he dejado el coche en cierto sitio y al salir he mirado. El mentiroso escarlata un poco esparcido por aquí y allá porque había pocas nubes. La silueta de Montserrat se veía hermosísima. Y la luna, aun de día, ya se veía “lúbrica y pura”.
y enseña, lúbrica y pura
sus senos de duro estaño
(Romance de la luna, luna de García Lorca en el Romancero Gitano)
y enseña, lúbrica y pura
sus senos de duro estaño
(Romance de la luna, luna de García Lorca en el Romancero Gitano)
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