jueves, octubre 18, 2007

Gente

1.
El domingo, yendo a casa de mis padres y mi hermano en metro. Hay que hacer trasbordo de ferrocarriles a metro y a veces se hace pesado. Del sábado de hacía ocho días había guardado el periódico porque no había leído la entrevista a Bernard-Henry Lévy. Es seductor este tío. Como también lo es Glucksmann y todo lo que supone esa generación y que de ella naciera un periódico. Seduce (peinados, chaquetas de lino o camisas aparte) la sobriedad de esa izquierda francesa, que puede llegar a tomar partido por Sarkozy (Glucksmann, Lévy apoyó a Ségolène Royal Sobriedad contrapuesta a Cohn-Bendit, por ejemplo, y su comodidad verdeuropea. Saqué las páginas de la entrevista y la iba leyendo en el trayecto. En el metro me fijo en un indio, de aspecto contrario a lo que los gitanos llaman payo-pony. Alto y esbelto y una larga melena lacia y oscura. Me acuerdo de la maravillosa pinta de Jesse Ed Davies en el concierto de Bangla Desh. Jesse Ed Davies, indio Kiowa, tocó en mcuhos discos de gente importante. Tocó la guitarra, solista, en el Walls and bridges y eñl Rock and Roll de John Lennon, por ejemplo.

2.
En una esquina de la calle Balmes, detrás de una barra que parte por la mitad un local estrecho, está Paula. Si tomo un café de camino a la oficina lo tomo allí. Rubia y unos ojos tremendos. Delgada y más bien menuda. Impresiona al dar los buenos días mirándote a los ojos, muy convencida. Y no es necesario que sonría, porque tiene un ricuta adorable yendo de un lado a otro, con mechones de pelo que se van soltando y caen sobre las mejillas. Tiene una boca preciosa. Así que cuando sonríe, achinando los ojos, arrugando la nariz y enseñando los dientes, casi resulta excesivo. El sitio es tan estrecho que por narices estás cerca de ella y no puedes escapar de la sonrisa.. Ayer coincidí en el vagón, cuando iba yo a la oficina de Via Laietana. Llevaba con muchísimo estilo falda corta y chaqueta tejana, tupidas medias negras y botas también negras. Un cinturón marrón, un bolso informal y las manos en el bolsillo de la falda.

3.
Un martes, hace dos semanas. Salgo por las escaleras mecánicas de la Plaza Kennedy y miro el reloj, son las nueve. El súper cierra a y cuarto, así que me da tiempo a comprar pan. El Paseo de San Gervasio empieza en la Plaza Bosanova, en dirección paralela, más o menos, a la linea de Collserola o el Mar. A la altura de la Plaza Kenney-Balmes-Avenida del Tibidabo empiza a cerrarse, formando una curva larga, hasta uno 100 o 110º. Mi piso está al final de esa curva, la calle en dirección Collserola. En esa curva está el súper. Ruido y sirenas, que se paran en algun lugar de la curva. No veo los coches pero sí el resplandor. Sigo la curva y veo que se ha acumulado gente. Las sirenas eran de bomberos y policía. No veo ambulancia ni hay humo de incendio ni de nada. Sigo andando entre el montón de gente (en la acera contraria hay ucha gebte también) y acabo pasando al lado del cuerpo aplastado de una mujer cubierto por algo. No me paro ni miro más. A pocos metros hay una chica en cuclillas, cubriéndose la boca y la nariz con las manos, sin hacer nada. Un bombero está en cuclillas frente a ella. Otro chico está agachado hacia ella sin decirle nada, apoyando la mano en el hombro de la chica. Entro en el súper e ir a por dos barras de pan me parece absurdo en ese momento, casi irritante. La cajera tiene expresión de no saber si echarse a llorar, dice que tiene el vello erizado. Se frota el antebrazo, con expresión de tener frío. Casi imperceptiblemente menea la cabeza.


4.
A principio de semana. Cuando estoy en Via Laietana cojo los ferrocarriles en Cataluña, para volver a casa. Salgo de la oficina, cruzo Via Laietana, la avenida de la Catedral, calle Canuda, las Ramblas. Por la calle Canuda, a la altura de la Plaza de la Villa de Madrid veo un grupo de perros, lejos. Me paro un momento por si alguno de ellos es Rocco. Me da la impresión de que sí y me acerco. Veo a Carolina, su dueña, sentada en un banco pendiente del perro, que juega con los otros. Me reconoce y se levanta y me saluda muy amable. Dice: “”Oh, barba. Te quedá bien”. Luego baja Marta.