lunes, octubre 25, 2010

25 d'octubre

Li ho comentava a algú l’altre dia. Hi fa bona olor al metro a primera hora. La gent no arriba suada del carrer i la temperatura, que no deu arribar als vint graus, a les andanes i els vagons fa que surin sense interferència els perfums, colònies , locions i desodorants sobre la pell encara fresca del matí i de la dutxa. És per això que durant algun temps no m’he posat perfum al matí; segons com , sembla que vagis enmig d’un núvol d’olors, a l’estiu, quan tot s’evapora.

I encara millor si el metro fa bona olor a última hora, que sembla que la llum artificial sigui més groga del que és a l’estiu i hi ha certa resignació pausada, com d’ànimes encapsades entre metall i vidre. Té l’encant de la bellesa despreocupada, la brusa menys planxada, més viva, la calor de l’oficina que ha fet obrir algun botó o moure algun feix de cabells. Si el Bob Dylan, a més, va escriure una cançó de 12 minuts a una dona d’ulls tristos suposo que és perquè tant homes com animals tenim cert amor cap en les expressions cansades, quan el rictus es relaxa i ens percebem d’alguna altra manera.

No m’agrada quan marxa l’estiu, però a Barcelona hi sol haver setembre suficient per pair-ho. Sí m’agrada i ho dic de tant en tant a qui vulgui escoltar-me que em tranquil·litzen els cicles amb les seves sensacions que tornen. Així em ve de gust escoltar balades de piano o acordió que realment sembla que vinguin de sota un pont i d’un rostre endurit pel fred i l’alcohol o que les tardes de dissabte em semblen que tornen a tenir color de conyac

martes, octubre 12, 2010

11 de octubre

Frente al temporal pero dentro de casa. Una infusión y buen pop en el equipo de música y la tele encendida sin volumen. Antes de cenar y el cansancio que sucede al insomnio del domingo. Pero bien. Dándole vueltas en que sin un tipo rico al que le sucedían mil calamidades (básicamente que su novia se lo llevaba todo y les contaba a sus papás historias de alcoholismo y crueldad) se solazaba con una cerveza helada en una tarde de verano haciendo el vago, yo puedo sentir algo parecido en un temporal de otoño, metido en casa con una taza y escuchando pop de largas secuencias. Y que mañana no se trabaja y puedo leer asta que tenga sueño la novela de Baroja en la que estoy y quién he vuelto en el horizonte de mi juventud.

Tal vez sea la música clásica más complicada por la longitud de sus secuencias y que si las neuronas no se impacientan ello sea beneficioso. Pero se puede lograr algo parecido en ciertas composiciones pop o rock (sin tomar en cuenta las letras) sin llegar al rock sinfónico. Me refiero a la estructura qye se repite, no a un solo de flauta, por ejemplo, de una banda de los 70 en un estadio.

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Ha pasado un rato y he cenado. En el dvd“Caballos Salvajes”. La vi en el cine en verano del 96 y la volvía a ver este verano y me sigue gustando. Cerca, una copa de verdejo. Cuando cocino pienso, pero pienso poco y liviano. Me gusta ver como irrumpe el verde de los guisantes en el color casi uniforme que poco a poco resulta del tomate, el pimiento, el calabacín y la berenjena. Poco después habrá de ir el cuscús que con esa amabilidad árabe deje impregnarse de agua y colores.


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Tengo sueño y me voy a ir a dormir. Con esa lucidez extraña que a ves el cansancio da. Pensando en lo que me ha hecho sentir atemorizado, hoy, a ratos. Un temor pequeñoburgués que mi generación no ha sentido de un modo global. Ya son ocho años y de un modo más o menos firme pienso que no he estorbado ni he tenido una ambición inoportuna, más bien algo que puede pensarse indolencia sin serlo, que me he esforzado lo necesario y a veces más de lo razonable. Y ahora apagado y gastado como una tiza que sólo ella recuerda lo que ha escrito y lo que no. Y que, al fin, nadie dirá las cursilerías que uno tiene que decir solo. Ni nada.

martes, octubre 05, 2010

4 de octubre

Por la mañana estaba nublado y aun con el sol bajo y el cielo añil todo tenía un luz rara y como que iba a preceder a algo gordo. Pero nada. Ha soplado el viento y casi todas las nubes se han ido y las pocas que han quedado eran blancas. La tarde cansina por Badalona pero cerca del mar y en una azotea miraba el mar y otras azoteas apañadas con sus tiestos y sus sillas pero sin nadie.

Salgo de la ronda y se sigue viendo el mar. Llego hacia las ocho a casa, aparco y tengo sed y ganas de Vichy, como en verano, pero la pereza de ir al supermercado es inmensa y acabo tomándome una cerveza en un bar de al lado, que está bien, pero suele oler horrible a tabaco, más a poso de ceniza que a humo.

Es un poco raro, todo, como si el otoño viniera bromista en minuetos, para despistar.


Ayer,

De vez en cuando aun compro El País los domingos. Veo a Marilyn fumando en la portada de la revista. Aspira el humo hacia la calle, en la terraza de un hotel y casi adquiere relieve la nalga de perfil. Oh. Parece que van a editar algunos versos y me gustan estos:



“Ay maldita sea me gustaría estar / muerta -absolutamente no existente- / ausente de aquí -de / todas partes pero cómo lo haría / Siempre hay puentes- el puente de Brooklyn / Pero me encanta ese puente (todo se ve hermoso desde su altura y el aire es tan limpio) al caminar parece / tranquilo a pesar de tantísimos / coches que van como locos por la parte de abajo. Así que / tendrá que ser algún otro puente / uno feo y sin vistas -salvo que / me gustan en especial todos los puentes- tienen / algo y además / nunca he visto un puente feo-.”



Es mediodía de domingo y estoy en un banco. El día es gris y de bochorno. Me detengo ahí y deja de importarme lo demás y la inevitable “cantarella” de “oh, no era ninguna rubia tonta, era un ser delicado y torturado”. Qué mas da. A estas alturas resulta igual de ridículo llamar rubia tonta a Marilyn que esforzarse en negarlo. Así me quedo con el laconismo de los versos y pensando en si es un poema oriental alargado y desordenado con sus pausas o si es un poema de Holden Caufield.


Me acuerdo de cuando murió Joe di Maggio que en algún lado oí o leí que había estado dejando flores en la tumba de Marilyn durante años. Enternecedor de otro modo aparece el desespero, imagino que católico, del beisbolista al levantarse las faldas de la actriz y la gente que se amontonó para verlo.. Además son los versos que más me gustan de Mrs Robinson:

Where have you gone, Joe DiMaggio,
Our nation turns it's lonely eyes to you.