martes, marzo 25, 2008

25 de marzo

Volviendo el domingo de Jabalera, un pueblo de la Alcarria en la provincia de Cuenca. Hay algo más de 90 kilómetros bonitos de carretera antes de llegar a la A2 y una central nuclear con sus dos grandes reactores y su vapor blanco. Se me había metido en la cabeza parar en Medinaceli y lo hago. Era además hora de come, casi. El frío es espantoso y yo ya tengo la garganta dolorida. En los ricones sombríos de las calles de pavimentadas con piedra hay restos de nieve y el viento es muy fuerte. Aunque no sirva para nada porque no puede subir más tiro de la crenallera del forro polar hacia arriba. Sin necesidad de buscarla veo la piedra con la placa para Ezra Pound. Me sabía la historia, Pound, aun estudiante viajaba por Europa. Pound parece que preguntó a alguien si aun cantaba el gallo al amanecer en Medinaceli o si aun cantaban los gallos del Cid en Medinaceli.

Obra aparte, la biografía de Pound es de lo más interesante del pasado siglo. Suficiente para que tuviera yo curiosidad por ver esa placa, que Pound y su perfil afilado y puntiagudo se detuviera pensar en los gallos de Medinaceli. Sus ojos vivos y locos. Es ventajista considerar locos los ojos de Pound de forma anacrónica, pero bueno, es lo que hay, no puedo evitarlo. Algún memo había aparcado justo delante, de modo que no pude tomar distancia hacia atrás sin que la línea se tornara oblicua al querer ver la piedra de lejos. Claro que no tiene por qué ser un memo el que aparcó pero es lo que pensé en ese momento.

Oxida la obra y al artesano
Corroe el hilo en el telar
Nadie hubiese aprendido a poner oro en su diseño;
Y el azur tiene una llaga con usura;
se queda sin bordar la tela.
No encuentra el esmeralda un Memling
Usura mata al niño en el útero
No deja que el joven corteje
Ha llevado la sequedad hasta la cama, y yace
entre la joven novia y su marido
Contra naturam
Ellos trajeron putas a Eleusis
Sientan cadáveres a su banquete
por mandato de usura.

(Del Canto XLV. Con Usura)

Bajo a la parte del pueblo cruza la nacional dos y me como un bocadillo de chorizo frito y pan de verdad. Compro queso de oveja de Roncal (mi compañera de rizos impávidos y de familia navarra me ha reprochado haberlo comprado allí) y paté de foie de Abejar. Hay mucho follón en el sitio. Al ir a pagar tengo a una señora entre el mostrador y yo que está mirando dios sabe qué. La chica que atiende, latina y con unas tetas enormes (ayer leí diarios de Bukowski) me hace un gesto para que sortee a la mujer y me acerque. La mujer sigue por allí, está alrededor de los 50 y fuma de ese modo espantoso en el que fuman las mujeres de esas edad, abrigo de piel y pelo teñido de rubio. Se encapricha por un chupa-chup de limón pero no hay. Podría ser peor, al menos da las gracias. Como la chica de las tetas grandes no tiene lector de tarjetas me dice que tiene que ir a la otra caja, que si quiero acompañarla. Le digo que no importa y la espero. Llega otra señora equivalente pero el pelo teñido de negro y suelta un “¿quién atiende aquí?”. Uf. Me cansan esas actitudes. Sobretodo si me duele la garganta. Llega un señor y la mujer empieza a dar la lata preguntando qué hay en cada caja de dulces que venden.


El domingo por la mañana un último deambular con Manuel, el peque de Beatriz&Iñigo que también lo es un poco mío. Están los que son padres de criaturas liados cargando el coche y Beatriz le dice a Manuel, que está enredando un poco, que se vaya a jugar a la calle. Yo ya le había puesto un abrigo de plumón pero Beatriz “d’una revolada “ le pone la bufanda, yole pregunto si los guantes y ella dice que no. Me maravilla la capacidad de las madres de tomar decisiones instantáneas. Dejo que Manuel vaya por donde quiera y acaba yendo hacia una fuente en la plaza por la que deambulé la noche pasada, casi a las tres. Damos la vuelta a la fuente que tiene unos elefantes con la trompa hacia arriba sosteniéndola.

Caen copos de nieve pero no hace frío como para que cuaje. Los copos son escasos y casi ni mojan la calle.

Por la noche en el pueblo me gusta salir tarde y ver la luz de la iglesia. Sólo se oye el agua y el viento, aunque no llega a ulular. No pasa nadie. Acaso un perro casi pelirrojo y su pelo áspero y sin brillo, delgado.

La plaza y el pueblo entero está por rehacer. No tiene nada. Ni una casa de piedra, sólo fachadas pintadas y algunas medio derruidas y a medio reconstruir, con ladrillo cerámico, algunos muros feos, un bar que tiene pinta de no abrir nunca. Nada. El pavimento es alquitrán y n siquiera tiene perfil circular, cuadrado o rectangular. Tiene pendiente. Nada. Pero me gusta. Una piedra con algo en el medio, que no es el medio. Nada más que lo que digo. Nada. Tedio. Silencio. Faulkner. McCullers. Sordidez presentida que no veo manifestarse.

Me gusta escribir sin pensar, salga lo que salga. He cogido la mala costumbre agradable de cenar queso y vino.

martes, marzo 18, 2008

17 de marzo. She said yeah

Rápido. Me duermo y llego una hora tarde, pero rindo el triple. Salgo a comer a las tres y media. Me compro El Mundo y me meto en el paki, junto a una pared medianera extraña, vista así, del convento de San Agustín, en el Raval. Como rápido pakoora y pollo al curry con arroz y uno de esos panes estupendos con queso. Con las dos cervezas consigo atontarme lo suficiente para salir feliz hacia la Vía Layetana. El jefe lleva todo el día echando los mocos hacia arriba y hacia las ocho de la tarde la da hipo. Yo con acidez a pesar del te con menta.

Raúl del Pozo. El sábado en un terraza del Paseo del Borne lo comento con Hell on Wheels. Esa prosa de coños y carajillos, tan encantador.

Me da tiempo a comprar algo de Larry Williams, 15 años después de haber sabido que era el autor de Bad boy, que los Beatles interpretaron a su modo hamburguiano, maravilloso, y que con 9 o 10 años ya me tenía loco. Luego descubrí el Dizzy Miss Lizzy, el Bonny Moronie, el Slow Down, Good mornin’ little schoolgirl, y una cosa tan bestia y contagiosa que conocí por McCartney, los Stones y los Animals; She said yeah.

Soundtrack

Dam deedle dee dam dam
Little girl, where did you come from
Try a little bit to make my mouth dribble
Come on baby, let's ride away in the rain

Baby you drive me crazy
Drive my poor heart hazy
Just a little bit
A little while with you
Come on baby, let's ride away in the rain

She said yeah, dam deedle dee dam dam
She said yeah, dam deedle dee dam dam
She said yeah, yeah yeah yeah
Come on baby I want to make love to you

viernes, marzo 14, 2008

Culpadme a mí, it's alright

Mezclo días y cosas
anhelos y besos
verdades y neuronas
e inhibidores
Textos y vinos
cervezas y licores
Quesos
Voces hasta hoy desconocidas
con muslos que no habrán de serlo
Ojazos del sur y señoritas solteronas del mar
los cohíbas y los besos
que habrán de traerme, de allí
La cuerda de guitarra que se rompe
con un suspiro extraño
Los gemidos con mi nombre
oh, jordi
los pezones oscuros de las tetas duras
ay,
marzo a ratos
humo que se riza hacia arriba
luego se para y se deshilacha
perfume de naranja
o pomelo
She loves you
I wanna hold your hand
From me to you
This boy
Ruby Tuesday
Time is on my side,
yes it is
Dulce dama sobre las nubes
La lesbiana mona y su perfume hortera
pero huele bien
Grítame en la montaña
no que Jesús ha nacido
o que ha muerto
o le han matado
sino que me quieres
Que te ame esta noche

jueves, marzo 13, 2008

Canto pequeño sin acabar

(Isabel, de Málaga, dice que es bonito, culpadla a ella)

Botellas vacías en todo el piso. De cerveza la mayoría pero también otras. En la mesa pero también en las mesillas, en la cocina, en el suelo. Me despierto con el coño en la boca o con la mano en la teta o con el culo moviéndose hacia mí bajo las sábanas. O con besos en mi frente y mis mejillas con boca seca y cenicero lleno. El olor en las sábanas aun en la siesta del sábado y la noche del lunes. El lucky vacío de ella y el cenicero lleno de ella.

domingo, marzo 02, 2008

1 de marzo

Por la mañana. Debo de andar flojo porque los dos gintónics y algunas cervezas de ayer no me han dejado dormir bien y he amanecido con dolor de cabeza.

A salir a la calle ya todo bien. En los jardines me siento con las piernas cruzadas que son el atril de los periódicos del sábado. El parque está en obras y no hay nadie, sólo una chica leyendo con pañuelo en la cabeza y sandalias, a pesar de que el sol brumoso no acaba de calentar. De perfil me ha parecido guapa. Sin dejar de leer ha sacado un cigarrillo, lo ha colocado entre sus labios y lo ha vuelto a guardar. Llevaba una libreta y se ha puesto a escribir algo. Siento mucha curiosidad pro cualquier persona que lea en un parque, quitando lo más obvio, o sea alguien que ha salido a leer un poco el periódico. Quitando eso, cualquier persona que este leyendo me interesa tanto como lo que lleve yo para leer y si además escriben o anotan algo, la curiosidad deviene casi morbosa.


Hace un par de semanas, esperando a alguien en una cafetería de Gracia me fijaba en el chico grandón con gafas de la mesa de al lado. Tomaba un cacaolat y no dejaba de escribir en una libreta.

Hace un año le daba tirones de falda a Fallarás o abría la puerta que daba a Marta. Ahora resoplo astenias sobre una compañera, si puedo. No pongo foto si no me da permiso [me lo ha dado hoy lunes, amorosos claudátors]. Tenemos una foto divertida de mayo del año pasado. Era viernes antes de comer y bebíamos xoriguer con kas limón. Estaban Marta, Llorenç, Ivan, Lluís, Toni, Miguel Ángel, Sandra, alguno más y alguien que habría de ser jefe de mantenimiento de un centro penitenciario cuyo nombre siempre habré de recordar. De hecho, lo recordamos ayer con Marta y Llorenç. Imposible no hacerlo con esos carraspeos, la calva cubierta con el pelo de uno de los lados, las legañas sedimentadas, el olor a sudor y un morro sólo equiparable a su incompetencia y candor.

La cosa acabó en fotos divertidísimas en la caseta. Recuerdo haber declamado y arrastrado mi admiración por Miguel Ángel. Pero es que hay que conocerlo y enttedrme a mí. Esa semana o la anterior se lanzó al suelo, rodando un poco y topando con una valla al descontrolarse la canal de una hormigonera que iba con velocidad considerable hacia la altura de su pecho. Pasó la hormigonera y le vimos hecho un ovillo en el suelo sin haber dejado de hablar por el móvil.