sábado, marzo 20, 2010

19 de marzo. Ayer regalé por un cumpleaños "La voz a ti debida"

A las nueve conduciendo por Entenza, camino a Ganduxer, camino a la Bonanova y luego a mi curva de San Gervasio. Otra vez el olor del Xsara, que todos los coches huelen distinto, con la cinta de Let it be. Y poco me falta, repasando las últimas veintiséis horas para decirme, creyéndomelo, pobre de mi, “qué cosas te pasan, Marlowe. Cómo eres Marlowe” Con los ojos secos por demasiadas horas de lentillas.

No hago nada en esas tres horas, pongo la música que he comprado esta tarde nebulosa y extraña, de dedos acariciados, mimados, recorridos, dibujados, cierta introspección de dos. Me da por prepararme un bocadillo de chorizo, que desde hace meses el embutido me dura mucho, si es que lo tengo, y beberme dos quintos.

You and me, babe, how about it?

domingo, marzo 14, 2010

13 de marzo

Ayer por la mañana en los ferrocarriles, como a menudo ocurre, coincido en el vagón con una mujer con síndrome de down. No suelo hacer mucho caso de la gente porque me entretengo con un juego de chocar canicas que hay en el móvil del curro. La tengo casi a la misma altura pero al otro lado del pasillo y la oigo decir:

- Podrías vestirte un poco mejor

Levanto la vista del móvil y veo que se lo dice a una chica de unos veinte años como las hay a montones. Probable estudiante universitaria. guapa, pelo largo no muy peinado, jerséis superpuestos y arrastrando los pantalones por debajo de los zapatos, auriculares y cara de sueño.

- Eh?- hubiera dicho la chica si esto fuera una novela. Algo así se dijeron en todo caso.
- Mira los pantalones, por el suelo. Podrías vestirte un poco mejor.
- Si no voy mal- dice la chica.
- Pero mira , los llevas caídos. Así no se puede ir. Llevas la barriga destapada.
- Que no- dice la chica y levanta los jerséis- mira, no llevo la barriga destapada.
- Pero por qué vas así?
- Bueno, a mí me gusta, dice la chica

La mujer echa un poco hacia atrás en su asiento, como admitiendo que ha perdido en el razonamiento pero con cara de no quedar convencida.


El jueves nos invitaron a comer. Éramos despachos técnicos, Constructora y empresa municipal. A pesar de que entre los 14 había más de un madrileño y más de un madridista salen lo de la eliminación del Madrid. Un arquitecto de mi edad, pulcro y atildado dice que puso Intereconomía para disfrutar el momento, su jefe, con su gran papada cubierta de barba corta dice “es que son ultraderecha todos esos canales de Madrid”. Tercia el delegado de la constructora que no deja de ser un pipiolo y dice que él cuando va a Madrid no habla de política. Y a pesar de todo y sin dudar de que pueda ser un tipo brillante y capaz en lo suyo, que estará dónde está por méritos propios no evita seguir pareciendo un jodido pueblerino dentro de un traje y una camisa demasiado gruesa que le hace sudar los sobacos y me acordé del “but you’re still fuckin’ pesant as far as i can see” de Lennon en su Working Class Hero. Qué uniforme es Barcelona en casi todas partes cuando se junta un grupo de gente, con esas sonrisitas de suficiencia. Y tal vez alguno debería pensar en si su compañero de Madrid que vive en Barcelona habla de política habitualmente


Soundtrack

And you think you're so clever and classless and free,
But you're still fucking peasants as far as I can see

jueves, marzo 11, 2010

10 de marzo. Difícil sin música

Seguro que hay gente que no lo sabe o lo olvida o lee mal, pero acordarse de Bukowski puede hacer que te entren ganas de escuchar a Beethoven o mirar a una paloma vieja y medio dormida a los ojos.

El pobre cedro y el viejo ciprés ya duermen rotos a lo largo de la acera. Lo que queda de tronco arraigada queda inclinado, vencido y un corte no del todo limpio.

El jefe, yo y otros hemos salido pasadas las ocho y media del comité de obras de un Ayuntamiento y he llegado mi piso sin nada en la nevera y nada abierto y con quince grados. Esta mañana me ha dado la neura y he apagado la caldera al salir de casa. Tenía frío para quitarme los zapatos así que sólo me he cambiado la chaqueta y he ido a la pizzería de enfrente, que tres calles tocan.. Estaba a tope. Poco después la gente ya tenía que esperarse para tener mesa. He cogido el número de enero del Letras Libres por leer algo mientras esperaba. He pensado que lo que me sigue gustando más de esta revista son esa especie de ensayos breves que hay al final. Saramago, Crumb, Laporta y sus zarzuelas de por aquí, los gobiernos venezolanos desde el 48 hasta hoy y en ese plan. En el piso de abajo no había el fútbol puesto pero me he enterado del 1-1 por el ruido del piso de arriba y por los camareros que se reían de un chico joven y menudo, sudamericano y canela que iba con su gorrito blanco de manipular pizzas.

El otro día en plena melancolía de domingo y de faltar poco tiempo para cumplir años. Recuerdo un abril/mayo de hace pocos años, en una de esas malas primaveras ansiosas y del bienestar de ir al gimnasio los viernes aun de día. Como si fueran a desparecer o de pensar que deberían, ahora, ya, que esas sensaciones despreocupadas son sólo, o deberían, durante la juventud. Mientras me viene el sueño en la cama dándole vueltas acabo medio concluyendo que son cosas de domingos previos a cumplir años.

“Difícil sin música” es un cuento de Bukowski publicado Matrix vol. 11 no. 1-2, 1948.

lunes, marzo 08, 2010

Bonica, avui amb neu al pubis
i sempre la boira rosada als pits
i et beso amb la pometa del dit
que guia el flocs fins
cremar-se cuixes endins

8 de marzo

Por la mañana,

Los lunes de siempre pero con más frío. Carlos Herrera haciendo sus monerías, que me divierten, presentando la tertulia con la música que pone últimamente. La Paula de Balmes tuerce el gesto, la cafetería fría a primera hora y se queja a uno de sus habituales que la miman con baba ruidosa. Llueve y en Btv pone que hay 4 grados, pero parece menos.

A mitad de mañana empezamos a ver copos en la calle y algunas chicas del norte de Sudamérica sueltan chillidos y la gente se asoma a las ventanas y a los balcones. No cuaja. Los mensajeros dicen que más arriba sí está cuajando. Pienso en que al volver a casa igual pise nieve al salir de los ferrocarriles.

Al mediodía,

Salgo a comer con un compañero y pedimos fabada de primero. Miro por la gran vidriera con vaho de rebozado las aceras y el alquitrán, esperando que algún copo se quede, pero no. Al poco, mientras nos tomamos el café, empieza a cuajar. Son poco más de las 3 y volvemos a la oficina.

Por la tarde,

A las cuatro bajo y empieza a haber nieve en las ramas, en los coches, en el sillín de las bicis aparcadas. Me subo y pienso en la nieve perfilando trazos y calores femeninos. Cae la nieve, como casi siempre cae, bonita y en silencio, pero por asumido y repetido, así es y me gusta que así sea.

A las cinco menos cuarto llega la secre tras un monumental atasco y me dice que baje, que hay un montón de gente abajo y que es divertido. Bajo y hay unas quince personas mirando la nieve. Con Bestriend y MªI me asomo a Travessera de Gracia que está blanca y silenciosa, como la nieve, aunque empiezan a oírse sirenas.

Y vuelo a pensar lo de una hora antes Y es poco habitual y es bonito y pienso en los copos fundirse en tus tetas calientes o perfilándote el pubis como el rocío perfila las hojas y los pétalos. Y algo me dice “déjalo ahí, deja de pisar nieve” y hago cosas en la oficina hasta que lleguen las siete. Han dejado de funcionar los autobuses y la línea cinco del metro.

Salgo a las siete y cuarto y ya no nieva, llueve y todo resbala. Con cuidado en los pasos de cebra voy hacia los ferrocarriles. Por suerte mi línea es la única que funciona con más o menos normalidad. A los que van al glamuroso Vallès les dicen que tendrán que esperarse dos horas. La de Reina Elisenda no funciona.

Salgo en la Plaza Kennedy y de milagro un señor mayor no se rompe la cabeza o el fémur bajando las escaleras de la plaza al vestíbulo. Ha resbalado y no se cómo pero ha conseguido no echar a rodar y le ha acabado parando una señora mayor. Tengo los pies helados pero no puedo evitar pasar por los jardines de la Tamarita. Muchas ramas y árboles enteros interrumpiendo los caminos y seguro que medio palmo, por lo menos, de nieve. Sigo la curva del Paseo de San Gervasio y, oh, el cedro y el ciprés de la parroquia vencidos sobre la acera, que está cortada en ese tramo. Y me acuerdo de la canción Little Willow y pienso en hablarle a los árboles y decirñes “cúrvate, viejo cedro, ya has hecho bastante, es un bonito final. Cúrvate, pero no te duermas todavía, amor.”

He dejado la calefacción en marcha pero demasiado baja y hay 16 grados en casa. Hasta dos horas después de combustión a tope no me ducho, largamente, y me afeito.


Ahora,

Ha soplado viento y ha despejado algo el cielo. Hay nieve en las azoteas y nieve pisada y ya fea en las aceras. En Btv pone que 5 grados. No sé. Leche con coñac.

martes, marzo 02, 2010

1 de març

Des de la setmana passada, quan va marxar el fred, torno a sortir a córrer mitja hora, cap a les nou, intentant que sigui cada dos dies. Torno a sentir l’alegria de les endorfines sota el ruixador de la dutxa i altres sensacions agradables que apaivaguen les pors de dies vermells. I veient la lluna que s’emplenava fins avui. El cel sense núvols i la lluna i estels. No sé si fa deu o quinze anys es veia el cel de nit en dies clars com el veig algunes nits. No sé si es perquè he canviat de barri o si és la implantació del vapor de sodi. Amb auriculars aconsegueixo pensar menys quan corro i només veig foscor i poca gent i els cabells que fan flap flap a l’ombra que s’allarga en allunyar-me d’un fanal per anar a buscar l’altre. Les clíniques i universitats privades, les cases dels rics d’on encara no en surt l’olor de les flors, algun estudi professional luxós, els escolapis i les llums de les pistes esportives, com la dels jesuïtes on sembla que hi van tots en moto que estreten la vorera.

Hi ha dies en què passen coses poc habituals, com ser dilluns i arribar a Les Rambles a la una del migdia. Encara hi ha estones o espais on sembla que ho siguin. Sortint del metro de Catalunya no es veu cap color absurd ni cap cuixa blanca i sí es veu la tertúlia futbolística de dilluns i senyores grans assegudes a les cadires del mobiliari urbà. Em fico per carrers i miro com son de dia algunes tavernes concretes, casi totes tancades, de manera que acabo prenent la cervesa i les olives a la Plaça Reial. Al diari diu que hi ha un vint-i-algo per cent de catalans amb algun tipus de trastorn d’angoixa o estrès i em fa certa ràbia, ara, que aquestes estadístiques treguin èpica a certs moments de la meva joventut, infància o maduresa.