viernes, diciembre 08, 2006

7 de desembre

He entrat a tres quarts de tres a l’hípica i tot ha resultat agradable. La Lluïsa xerrant amb gent que dinava a una taula, hi havia poca gent i se la veia molt relaxada. “

- Que treballes, Jordi?
- Sí, ja veus.
- Avui no tinc menú. Hi ha paella o espàrrecs. I de segon, coses a la brasa, el que vulguis. Bistec, botifarra, llom, be, cansalada..., el que vulguis. Seu on vulguis.

Estava llegint Lenin escrivint sobre Marx. M’he volgut quedar deu minuts més quan he acabat la crema i li he dit a la Lluïsa que em posés una mica de brandi, però poc. No ha calgut que li digués poc o molt perquè m’ha portat la copa i l’ampolla directament. No m’ha cobrat la copa.

La crema catalana, si li falta sucre, és terrible. La que feia la meva àvia materna, que demà hagués fet noranta anys, era una delícia. Quan penso una mica profundament en la crema catalana o el pa de pessic, recordo la primera pàgina del Quadern Gris.

De dos quarts de vuit a dos quarts de nou he estat parlant amb una noia amb dues cerveses entre ella i jo. No la conec gaire. Té els ulls rodons i amb certa forma que els fa una mica tristos i sempre li brillen una mica. S’ha fumat com a mínim tres o quatre camel i jo parava de passar-me la mà pels cabells i fer-los arrissar amb els dits. Quan pesno en ulls tristos no puc evitar la Sad eyed lady of the lowlands. És una cançó de dotze minuts que tancava el Blonde on blonde. El Dylan la va escriure per la que seria la seva primera dona al Chelsea Hotel.

miércoles, diciembre 06, 2006

5 de diciembre

Hace diez años que escucho y veo The Last Waltz, pero en CD lo tengo desde hace una semana. En The Caravan


Turn up your radio and let me hear the song
Switch on your electric light
Then we can get down to what is really wrong
I long to hold you tight so I can feel you
Sweet lady of the night I shall reveal you

Lo canta Van Morrison. Es lo que estaba escuchando hace un momento. En el último tramo de la película sale un irlandés feo, cuellicorto, con un peinado absurdo y ataviado con algo realmente espantoso. Y de él salen estrofas como la anterior. Y se recrea más adelante con el really wrong, really wrong, really wrong, really wrong, really wrong, really wrong.

Se va del escenario antes de que la canción termine instrumentalmente, dejando a Robbie Robertson, una vez más, como centro de gravedad escénico. Curioso en un tipo que nunca cantaba. Van Morrison se va medio bailando, como descargando la fuerza de los últimos compases de la canción.

La única vez que le he visto actuar también se fue con la canción si terminar. Fue hace cuatro años en el Poble Espanyol. Me hizo muchísima gracia la puesta en escena. Ni un solo gesto, sólo rictus de mala leche. Lo demás, impecable. En los tramos instrumentales de las canciones se retiraba un paso del micrófono y seguía el ritmo, con la cabeza alta y los hombros completamente paralelos a la primera línea del escenario, haciendo tocar las yemas de los dedos con la correspondiente palma de la mano. El resto del cuerpo permanecía inmóvil. Bob Dylan es un histrión a su lado. La última canción no recuerdo si fue Gloria o Brown eyed girl. El caso es que el tipo, cuando termina de cantar, gira noventa grados y se va. El grupo termina la canción. Fin del concierto.

martes, diciembre 05, 2006

4 de diciembre

A las cinco y media de la tarde he dejado el coche en cierto sitio y al salir he mirado. El mentiroso escarlata un poco esparcido por aquí y allá porque había pocas nubes. La silueta de Montserrat se veía hermosísima. Y la luna, aun de día, ya se veía “lúbrica y pura”.


y enseña, lúbrica y pura
sus senos de duro estaño

(Romance de la luna, luna de García Lorca en el Romancero Gitano)

domingo, diciembre 03, 2006

2 de diciembre

Me levanto muy tarde y casi es hora de comer. Chorizo, ajo y mantequilla en la sartén. La mezcla tiene un color bonito, pienso antes de verter los spaghetti. Rompo un huevo y lo mezclo con lo que hay en la sartén. Lo tengo en el fuego casi nada, sólo para que el huevo deje de estar crudo.

Sin que me dé tiempo a pensar si tengo ganas de echarme un rato cojo una revista y salgo hacia el parque Güell. El día es gris y no hace frío. Hay turistas en el parque, pero todo es más pausado que en los meses de sol. Sigue habiendo turistas estupendas, ahora bien peinadas y con jerséis bonitos. Muchas portuguesas e italianas. En el secor anglosajón sigue habiendo ese gusto dudoso de ropa deportiva y colores extemporáneos. Particularmente una chica rubia parece salida del programa de Eva Nasarre. También escucho a un chico joven afectadamente british comentar las “crazy streets” de acceso al parque y sus pendientes del 25 y 30 por ciento.

Sigue sin hacer frío y he estado andado un buen rato y sudo. Además bajando por las calles de Vallcarca empiezo a supurar melancolía. No se oye nada y miro esos chalets de gama baja y esos bloques de pisos, completamente muertos. No hay dos calles con la misma pendiente ni la misma alineación ni perpendicularidad alguna.

Llego a casa muy sudado y melancólico. Subo en el ascensor con una chica que lleva una bolsa de viaje de fin de semana y que se baja en el mismo piso que yo. Llama al timbre de la puerta número dos del rellano, donde vive una rubia a la que le silban muchos las eses.

Pongo el Oro del Rin y friego los platos. Meto ropa en el armario y dejo las camisetas cerca del radiador para que acaben de secarse. Cuando me pongo a planchar algunas camisas ya estoy escuchando la Ser. Me hace mucha gracia la primera hora de los sábados de Carrusel Deportivo. No tengo suficiente ropa oscura para una lavadora y así que lavo a mano el pantalón negro que durante la semana lleno de barro y polvo.

Bajo al centro a comprar el CD ese que se ha inventado George Martín a ver qué tal. Hablo un momento con mi manager. Como un porquería y voy hacia el Méliès. Pat Garrett&Billy the Kid. Mientras la veo pienso que es tan bella y emotiva como The Searchers. Y también deja esa sensación de viaje en círculo, de guillotina que cae.

viernes, diciembre 01, 2006

30 de noviembre

Creo que me pierde mi gusto por la extravagancia. Acabo confundiendo y mezclando ámbitos y tengo la piel fina. Lo de la piel fina no es pretencioso, creo que es cierto, y aclaro que no me hace mejor persona. Y mi gusto por los comportamientos extravagantes puede acabar en disgustos, como uno que veía venir y crecer y se materializó entre el sábado y el lunes.

Me consuela un poco pensar que la maldad es banal, como dijo alguno.

Y en fin, poco más. Que ya es jueves y la semanas hay que sostenerlas y al final suelen cansar.

Ayer llegué a casa a las nueve y cuarto pero me dio tiempo a ducharme, comer cosas con un mendrugo de pan y un vaso de vino y acercarme al Méliès a ver La Huída.

Le he dicho algo a Fallarás sobre el inexistente cine negro ahora. La Dalia Negra, por decir la última, esta bien pero es otra cosa. Es un lugar común.

También he dicho más cosas a más gente.