lunes, octubre 22, 2007

21 d'ocubre

Comença a tenir certa gràcia això de tallar i netejar mongetes els diumenges per la nit. I aquesta fonètica tan agradable de “mongetes” i “diumenge”. Mongetes per un parell de sopars. Deixant l’olla a la nevera i tornar-les a bullir un altre dia i afegir-hi un ou o un trocet de xoriço. No hi poso patata. Alguna vegada un tomàquet, però només bullit, sense passar-ho per la paella.

I suposo que d’aquí no gaire començarà a tenir olor d’escudella el pis els diumneges per la nit. També arriben per les olors les estacions. Mongetes, escudella i monòxid de carboni. La caldera es dins la cuina i ja no estan tot el dia horitzontals les lamel·les i està menys ventilada. La caldera es bona però el sistema d’extracció no, suposo que és perquè corresponia a una caldera anterior. I encara que no es posi la calefacció l’aigua de la dutxa necessita més gas. Quan surto de la dutxa i miro les mongetes es nota una mica d’olor de monòxid. Això de parlar de calderes i gasos de combustió fa pensar en novel·les de fa temps.

jueves, octubre 18, 2007

Gente

1.
El domingo, yendo a casa de mis padres y mi hermano en metro. Hay que hacer trasbordo de ferrocarriles a metro y a veces se hace pesado. Del sábado de hacía ocho días había guardado el periódico porque no había leído la entrevista a Bernard-Henry Lévy. Es seductor este tío. Como también lo es Glucksmann y todo lo que supone esa generación y que de ella naciera un periódico. Seduce (peinados, chaquetas de lino o camisas aparte) la sobriedad de esa izquierda francesa, que puede llegar a tomar partido por Sarkozy (Glucksmann, Lévy apoyó a Ségolène Royal Sobriedad contrapuesta a Cohn-Bendit, por ejemplo, y su comodidad verdeuropea. Saqué las páginas de la entrevista y la iba leyendo en el trayecto. En el metro me fijo en un indio, de aspecto contrario a lo que los gitanos llaman payo-pony. Alto y esbelto y una larga melena lacia y oscura. Me acuerdo de la maravillosa pinta de Jesse Ed Davies en el concierto de Bangla Desh. Jesse Ed Davies, indio Kiowa, tocó en mcuhos discos de gente importante. Tocó la guitarra, solista, en el Walls and bridges y eñl Rock and Roll de John Lennon, por ejemplo.

2.
En una esquina de la calle Balmes, detrás de una barra que parte por la mitad un local estrecho, está Paula. Si tomo un café de camino a la oficina lo tomo allí. Rubia y unos ojos tremendos. Delgada y más bien menuda. Impresiona al dar los buenos días mirándote a los ojos, muy convencida. Y no es necesario que sonría, porque tiene un ricuta adorable yendo de un lado a otro, con mechones de pelo que se van soltando y caen sobre las mejillas. Tiene una boca preciosa. Así que cuando sonríe, achinando los ojos, arrugando la nariz y enseñando los dientes, casi resulta excesivo. El sitio es tan estrecho que por narices estás cerca de ella y no puedes escapar de la sonrisa.. Ayer coincidí en el vagón, cuando iba yo a la oficina de Via Laietana. Llevaba con muchísimo estilo falda corta y chaqueta tejana, tupidas medias negras y botas también negras. Un cinturón marrón, un bolso informal y las manos en el bolsillo de la falda.

3.
Un martes, hace dos semanas. Salgo por las escaleras mecánicas de la Plaza Kennedy y miro el reloj, son las nueve. El súper cierra a y cuarto, así que me da tiempo a comprar pan. El Paseo de San Gervasio empieza en la Plaza Bosanova, en dirección paralela, más o menos, a la linea de Collserola o el Mar. A la altura de la Plaza Kenney-Balmes-Avenida del Tibidabo empiza a cerrarse, formando una curva larga, hasta uno 100 o 110º. Mi piso está al final de esa curva, la calle en dirección Collserola. En esa curva está el súper. Ruido y sirenas, que se paran en algun lugar de la curva. No veo los coches pero sí el resplandor. Sigo la curva y veo que se ha acumulado gente. Las sirenas eran de bomberos y policía. No veo ambulancia ni hay humo de incendio ni de nada. Sigo andando entre el montón de gente (en la acera contraria hay ucha gebte también) y acabo pasando al lado del cuerpo aplastado de una mujer cubierto por algo. No me paro ni miro más. A pocos metros hay una chica en cuclillas, cubriéndose la boca y la nariz con las manos, sin hacer nada. Un bombero está en cuclillas frente a ella. Otro chico está agachado hacia ella sin decirle nada, apoyando la mano en el hombro de la chica. Entro en el súper e ir a por dos barras de pan me parece absurdo en ese momento, casi irritante. La cajera tiene expresión de no saber si echarse a llorar, dice que tiene el vello erizado. Se frota el antebrazo, con expresión de tener frío. Casi imperceptiblemente menea la cabeza.


4.
A principio de semana. Cuando estoy en Via Laietana cojo los ferrocarriles en Cataluña, para volver a casa. Salgo de la oficina, cruzo Via Laietana, la avenida de la Catedral, calle Canuda, las Ramblas. Por la calle Canuda, a la altura de la Plaza de la Villa de Madrid veo un grupo de perros, lejos. Me paro un momento por si alguno de ellos es Rocco. Me da la impresión de que sí y me acerco. Veo a Carolina, su dueña, sentada en un banco pendiente del perro, que juega con los otros. Me reconoce y se levanta y me saluda muy amable. Dice: “”Oh, barba. Te quedá bien”. Luego baja Marta.

18 de octubre

Con el primero de Leonard Cohen en los auriculares. Se le oye hasta despegar los labios, la saliva.

Ayer por la noche, cansadísimo de haber dormido poco y de gimnasio, esa placidez endórfica (me gusta más que endorfínica, en Google sale 9 veces) . Con esa sensación paso algunas páginas, apenas diez o quince minutos, sobre revoluciones, nuevos mundos, nuevos hombres. ¿Queda espacio, aún? Para inventar algo, pensar algo que valga la pena y no pensar sólo en evitar el tedio y lanzarse al hedonismo. Lo jodido es que pueda existir algo llamado anhedonia.

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Entro al despatx del jefe amb xocolata negra i trossets de taronja. M’assec dos minuts i li parlo dels ballets que tinc de Stravinsky. Em diu de seguida tres obres seves. I em parla dels oratoris i la música prèvia al barroc alemany.

Em va fer molta gràcia fa uns mesos o un any quan li comentava la novena de Dvorak, que em va dir que estava basada en un espiritual negre. Com que me’n sé qautre o cinc li vaig preguntar quin. No em va saber di el títol pero es va posar a cantar Swing Low, Sweet Chariot en català.

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Ayer cuando apago la luz suena una colaboración Cash-McCartney de los 80.

There's a new moon over Jamaica,
And the new year just got here, you see.
There's a new moon over Jamaica,
And i'm living with an old memory.

Y un poco antes, algo escrito hace mucho y tan bonito como esto:

Just as far as I can remember
She'll remain the rose of my heart
Mama fell sick along in December
February brought us broken hearts

Desde que lo oí por primera vez hasta saber el título de la canción pasó mucho tiempo. En Don’t Look Back (Se programó BTV el 23 de abril del 99, recuerdo esta fecha por muchas cosas, ahora se vende en DVD) vi a la pobre Joan Baez cantar estos versos en una habitación de hotel. Su voz y su enorme mirada triste y joven..

domingo, octubre 14, 2007

13 de octubre

Ayer,

Me di cuenta del sms pelando el pollo. Le digo a Marta que vale y ella avisa a Llorenç. Mientras cocino bebo cerveza y luego abro un vino blanco. El riñón del conejo lo saco del arroz cuando ya casi está y me lo como. De la botella acabo bebiendo la mitad. En el plato de ayer cayó un muslito. Como mandarinas y a las cuatro y algo pongo Stravinsky y me dejo caer en la cama. A las siete y un poco entro en el bar de Gracia y Marta y Llorenç ya están tomando café. Al cabo d un rato llega Jaume, se siente un poco y luego se va, a las diez y algo se va Llorenç, a las once y algo vuelve a entrar Jaume y se vuelve a ir. No hay prisa ni hambre, sólo cervezas. A la una y media Marta pide un gintónic y yo un Jack Daniel’s con hielo. A las dos y media pasadas pagamos la cuenta. Había 14 cañas, tres cafés, unas patatas, unas aceitunas.


Hoy,

Barcelona tiene barrios terribles las tardes del fin de semana. Asco y tedio. Cojo el bus y cruzo algunos de ellos. Al principio voy solo. Luego entra una señora mayor de Sarriá. Luego otra. Luego una chica con michelines y la música, a tope y espantosa, que sale de los auriculares.

Debe de haber algo en mi colchón bukowskiano porque a menuda me despierto con picaduras de algo, normalmente en los dedos de la mano, a veces en el tobillo o en la espinilla. No son de mosquito. Se parecen más a las de pulga.

Soundtrack (no me dejes solo en el crepúsculo)

Don't send me no distant salutations
or silly souvenirs from far away
Don't leave me alone in the twilight
Twilight is the loneliest time a day

Y sobre el del otro día:

http://www.youtube.com/watch?v=823qNvbjT6c

Aunque mejor escuchar la de estudio. En esta versión no se clava tanto.

viernes, octubre 12, 2007

Canto

El tiempo es el mal, Pound, etc.

Ves que se va a hacer de noche pero aún no lo es. Y cuando lo vuelves a pensar ya es de noche y ya has cumplido 20, 30, 40 o 50. Pero cada día es de día y de noche y el tiempo no es cíclico. Digo tiempo queriendo decir el tiempo que es en tanto que existimos. El tiempo existe en nosotros, o sea. ¿Si nosotros no estamos qué mas da el tiempo? Es decir, que el tiempo es el tiempo porque está en mi pensamiento. Por tanto no creo que sea el mal ni el bien, sino yo. Eso queda materialista, no sé si también histórico o empirocriticista.


Ding ding en el whisky.

Digo que lleva menos ropa. Tiene algo de serrín en la voz, que es bonita. Fa un gest d’arronsar el nas i deixa veure les dents, molt maca. Té les cames llargues i està prima, suele taconear. Tiene poco culo y tetas subidas. El escote siempre es levísimo pero siempre existe. Con las chicas monas me sucede que las presupongo listas. Creo que lo es. Y creo que hay que serlo para dar sensación de tranquilidad, que no se le escapan las cosas, que las tiene siempre a mano.

Quiero comerme el último melocotón dulce y jugoso del año y pensar muchos haikus mientras le pego el primer mordisco. Pero no sé. No me gustan los que veo y los últimos que compré no estaban nada buenos.

La persiana del balcó fa uns quatre metres d’ample i no és arran del vidre sinó alineada amb la barana, per la qual cosa és esposada al vent. Amb la tempesta d’ahir es va corbar fins a descarrilar. Ja em va passar fa un any. L’he forçada tot el que he pogut però no entrava de cap manera. A més d’empènyer-la amb les mans li he hagut d’etzibar cops amb l’espatlla, el peu, el genoll, un paraigües i finalment amb una cadira de llautó o ferro que tenien els avis al pati, sota la parra. De les que tenien en tinc una jo. La meva mare la va pintar de blanc i va quedar molt maca. Dels cops ara em fa mal la part interior del canell de la mà dreta.

Al pati, que van fer (com tota la casa) l’avi i el besavi amb la iaia i la besàvia fent de manobres, a més de la parra, hi havia uns testos molt grans amb hortènsies i banc enrajolat amb peces blanques i dibuixos preciós, un pot de detergent de base rodona que fia servir de cistella i una cosa que em feia molta gràcia i eren com porrons de vi tapats però foradats per sota, hi entraven insectes i no en sabien sortir i morien. També hi havia una taula de marbre amb plantes al damunt i la veu de la iaia des de la cuina. No la veia per la mosquitera, solia estar oberta i xerràvem mentre jo jugava a bàsquet. De vegades l’avi seia i em mirava o tenia algun diari. Pobre avi. Era sord. Va perdre l’oïda d’una orella durant la guerra i es va quedar sord abans de fer els seixanta. Amb l’aparell hi sentia prou per entendre’ns, però no sentia la tele ni les converses mínimament llunyanes. Del carrer o qualsevol altre soroll ambiental tampoc no en sentia res. El futbol l’escoltava amb la ràdio al pit, que era on hi havia la part de l’aparell que captava els sons. Era intellgigent i patia perquè era sensible. Si això ja pot ser dur ara, en la misèria de la primera meitat de segle vint sembla una cosa casi èpica, aixecant una casa i menjant pa podrit per a què les filles puguin menjar pa blanc. Però potser l’èpica ens salva, de vegades. Com quan en règims totalitaris i assassins, pensar, resistir, és viure i ser o lliure. Sartre va escriure que mai va ser tan lliure com sota l’ocupació alemanya. S’entén aquest sentiment, com a sincer i real i no una boutade. Però d’altra banda, Walter Benjamin fugia. I el que encongeix el cor és que fugís cap al suïcidi. El segle vint va ser espantós a Europa. I hi ha la immensa victòria dels que hi van sobreviure i l’angoixa dels que no. Zweig, Benjamin, Lorca, Primo Levi (es va llançar pel forat de les escales molts anys després d’Auschwitz).

11 de octubre

Ayer oí algo, de pasada, del video de Rajoy. El problema de Rajoy es que cuando no está bien da mucha grima. Supongo que se vivía bien de segundo de Aznar, con los puros y el cinturón desabrochado y siempre plácido excepto cando sacaba mala leche para insultar con bastante gracia. O incluso en su etapa como líder del PP le recuerdo le recuerdo una intervención muy cercana a lo liberal cuando el debate sobre el estatuto catalán. Pero cuando lee lo que le ponen es un desastre y parece halitósico y con la barba aceitosa y el tinte de pelo ese de cincuentón. Además, si los discursos institucionales, de jefe de estado, de presidente de gobierno o de lo que sea ya son ridículos (podríamos discutir si inevitables o asumibles), el discurso institucional sin ser nada de ninguna institución es de vergüenza ajena. Y si es patriótico como para lanzarse a la misantropía si es que nuestro medio social propicia cosas como ésta.

Si es que además queda horrible lo de ponerse en plan Kennedy en español. En mala hora dijo lo de hacer cosas por tu país. Lo que me faltaba. Ni que el país haga nada por mí ni yo por el país y que me dejen en paz. Y esa retórica espantosa tan cercana al fascismo

“honrar y exhibir la bandera”
“estoy orgulloso de ser español”
“gesto que muestre lo que guardan en su corazón”

Exhibir, dice. Un poco de decoro. Y de lo del orgullo, a Cánovas en 1876:

“Pongan ustedes que son españoles... los que no pueden ser otra cosa”. Pues eso.

Lo del “gesto que muestre lo que guardan en su corazón” lleva persiguiéndome todo el día.

A las dos salgo atravieso lo que fue la judería y compro El Mundo en las Ramblas, sigo un poco por la calle Hospital hasta el convento, me meto en el paki donde se hacen un lío con las disyuntivas y copulativas en la carta y hay que deducir qué es opcional y qué es acompañamiento, leo lo último de Laporta. Prescindiendo de lo que dice, ¿qué coño hace Laporta en Frankfurt?

Están todos locos En la mesa de uno es muy incómodo leer y solo sólo como.

miércoles, octubre 10, 2007

10 de octubre

Cuando hace seis meses se me hincharon los ojos en el coche escuchaba If this is goodbye y Messi metía el gol del siglo y yo me llevaba las manos a la cabeza en mi fila diez de lateral-primera gradería. Al día siguiente volvía a poner If this is goodbye y se me volvían a hinchar los ojos. El trayecto daba para escucharla unas diez veces. No suele ser necesario que la canción encaje entera. Basta con que algunos versos te acierten o hieran, como el título. Mark Knopfler ocupa con la guitarra el espacio entre versos, como en Brothers in arms, a veces sólo una nota o dos, a veces sólo delizando los dedos por los trastes, sacando ese sonido. Empieza a cantar Emmylou Harris y puedo ver las comisuras apuntando hacia abajo y el labio superior hacia fuera y la hilera de dientes, los ojos grandes. Me dan igual las arrugas de más o de menos, el pelo lacio negro y larguísimo o la melena platino, los vaqueros y telas hippies o los vestidos y colores de ahora, treinta o sesenta. Es capaz de cosas prodigiosas con la voz, esos lamentos entre algodones alargando la nota, pareciendo que se quiebra pero no, los aullidos se contienen.

No podría acertar antes, algo flota:

Mis últimas palabras, desparramadas hechas jirones

Mocos, sabor a sal

Suenan absurdas, por mucho que lo intente

Y al final de la estrofa

But I love you
And that’s all that really matters

Es lo que importa, si esto es adiós.

Y luego Knoplfer y sus susurros y los ojos claros, nunca abiertos del todo, sigue mezclando versos y sal.

You were the one
Made me feel I could fly


Y también el I love you de la estrofa

And I love you
Whatever is waiting for me



Un bridge y otra vez Emmylou. Pienso en esas palabras girando en la oscuridad. Y los versos que suenan trágicos y religiosos, de triunfo,

But I love you
And this is our glory
If this is good bye
If this is good bye

Y ahora me acabo de acordar de las últimas palabras de Vanzetti en el juicio:

"…la agonía es nuestro triunfo."

Tenía 20 años, un libro en las manos y un nudo en la garganta. Hay palabras que quedan tatuadas, aún queriendo evitarlo.

lunes, octubre 08, 2007

8 d'octubre

La plaça de Sant Felip Neri és com un prisma de llum i aire. És petita i els edificis que l’envolten són alts en proporció. Els raigs de sol no crec que mai hi incideixin verticalment però tota la llum entra per dalt (són insignificants les obertures horitzontals) i cau entre les pedres i les acàcies (crec que són acàcies). Fa anys que em va cridar l’atenció la llum dins la plaça. I la sensació de ser dins d’un volum. L’aigua de la font fa la impressió de ser sempre clara. Les peculiaritats de la plaça també fan peculiars els sons i els silencis. Recordo que un dia de fa quinze anys, allà, d’un grupet de tres persones (ajagudes a la porta d’algun dels edificis amb bricks de vi, joves i demacrats) en va sortir una espècie de bel canto en veu d’una noia. La noia va cantar uns segons i va callar.

També la llum que ha quedat després del xàfec de la tarda. L’anava a descriure però no em surt.

lunes, octubre 01, 2007

1 de octubre

Pues ayer no me levanté en plan Sunday morning coming down a pesar de las copas del sábado. Dormí hasta las diez seguido y hasta las doce discontinuamente. Me duché y me tomé un café y salí a por periódicos. Puro vicio, porque tenía cosas de sobra para leer de los periódicos del sábado. Cociné un arroz. El sábado compré algo de pollo y conejo para eso. Lo demás ya lo tenía. Me comí el arroz con vino blanco y unas uvas y un poco de Cardhu con hielo. Hacia las seis y media salgo hacia la Feria del libro de ocasión antiguo y moderno. Hay que joderse con el nombre. Hay mucha, muchísima paja, y no precisamente de ocasión gran parte de ella. Sabía que el día se me acabaría viniendo encima en algún momento y eso sucede al anochecer en el Paseo de Gracia. Me sobresalta el escotazo intrépido de la chica de uno de los puestos. Va vestida de negro y me pilla muy de sorpresa. Compro “La llengua. catalana i la seva normalització / Pompeu Fabra; A cura de Francesc Vallverdú” de Edicions 62. Volviendo a casa en los ferrocarriles leo páginas del primer capítulo. Trata de la hache y de su inutilidad. Sostiene Fabra que es completamente innecesaria y lamenta que las reformas planteadas no la hayan eliminado. Sostiene también que al convertirse el latín en diversas lenguas románicas la hache ya no se pronunciaba y que ni la lengua castellana, con su evolucionada y simplificada ortografía, no ha sido capaz de desprenderse de ella completamente. Un buen momento para que el catalán sí lo hiciera. Me resultan divertidas dos cosas. La primera es que había quien defendía que en lugar de “aquest” debería escribirse “hachest”. Y la otra que en todas las lenguas románicas se hubiera añadido la hache inicial a palabras de origen latino que no la tenían. En esos diez minutos aprendo que la hache nació al adaptar signos y palabras de origen griego, principalmente debido a términos cultos inexistentes en latín, y que, como decía antes, la función fonética ya no lo era al establecerse las distintas lenguas románicas. Pensé que si algún día me hago trovador en mis versos escribiré “hachest”.

Hay algo incontrolado en Berliska. Y a la vez una fragilidad y dulzura que parecen propias de tópico literario. Y esa polaridad explica que una “simple teleoperadora” (eso me dijo ella que era al conocerla) tenga tan buen gusto en tantas cosas como facilidad en estrellarse en la vida. Y no me refiero a ir por la vida haciendo eses. Es algo más tangible (no sé qué palabra usar, la verdad) porque tiene 38 años y cobra 700 euros al mes por 33 horas a la semana. A una testigo de Jehová o equivalente le dijo que era la novia de Satán cuando llamó a la puerta de su casa, que es casa de sus padres otra vez. Siempre algo de ingenuidad, un acusado sentido de lo noble, salidas de tono y juicios precipitados. Cariñosa, desesperante, divertida, reservada y borde.

Ayer sólo cené fruta y yogur pero estuve cocinado un poco para la semana. Luego de leer cosas de los periódicos con las piernas cruzadas en el poang de Ikea y la tele encendida me meto en la cama. Termino la novela de Bukowski. Me levanto al baño, tomo el clonazepán (creo que no me hace nada, o casi). Las lamas de las ventanas de la cocina y el baño están horizontales y entra algo de noche. Es jodido que al volver a tener paz de domingo ya sean más de la una.

Soundtrack (en voz de Johnny Cash y mérito de Kris Kristoferson. Coger la más limpia de mis camisas sucias, desayunar cerveza, la cabeza doliente en cualquier posición, fumarse el cerebro la noche anterior con cigarrillos y canciones. etc.)

Well I woke up Sunday morning,
With no way to hold my head that didn't hurt.
And the beer I had for breakfast wasn't bad,
So I had one more for dessert.
Then I fumbled through my closet for my clothes,
And found my cleanest dirty shirt.
An' I shaved my face and combed my hair,
An' stumbled down the stairs to meet the day.